¿Amante estúpida o fascista convencida?

Es muy interesante también el costado político del diario. Por ejemplo, en ocasión de la visita de Hitler a Roma, están escritas todas las confidencias que Mussolini le hizo a Claretta en privado: “Pero Hitler no es nadie comparado conmigo. Yo soy el que le enseñó a ser un nazi. Soy su maestro. Él conduce Alemania, pero yo conduje Italia”. Aunque se da cuenta de que Alemania es más poderosa que Italia cuando asegura: “Yo estoy construyendo Italia desde cero; en cambio, la potencia industrial de Alemania, en definitiva, ya existía cuando Hitler llegó al poder”.

Según Chessa, “Claretta, que parecía sencillamente sumisa, revela una fuerza y una habilidad política completamente inesperadas. Buscando, elaborando a partir de documentos, tuvimos esa posibilidad de descubrir a Clara […]. Pero a medida que la descubrimos se nos muestra cada vez peor. No es más la amante estúpida que espera en casa la llegada del Duce. No es una inocente. Es fascista, antisemita, convencida de todo esto en su fuero interno. Es justamente el fruto de la cultura, la educación […] burguesa-fascista, y a fin de cuentas es una mujer terrible, que cree en el fascismo”.

El 25 de julio de 1943, ante la desastrosa situación militar, el Gran Consejo Fascista, entre cuyos miembros se encontraba su yerno Ciano, votó en contra de la continuidad de Mussolini en todos sus cargos. El rey hizo detener al Duce, quien fue trasladado a un hotel en el Gran Sasso, en los Apeninos. Unos comandos alemanes lo liberaron (también a Claretta, “cómplice”, y a sus padres y hermanos, de la cárcel de Novara). Mussolini se retiró al norte (en el sur estaban los aliados y los antifascistas) con sus partidarios, y cerca del lago de Garda, en Gardone, instauró la República Social Italiana, controlada por los alemanes. Allí también recalaron Rachele… y Claretta.

Caranci estima que “Claretta se convirtió sin querer en una especie de rehén de los alemanes, que podía ser útil para conocer las intenciones del Duce. Mussolini la instaló en un edificio junto al lago, Villa Fiordaliso, donde se había preparado una ‘habitación íntima’, y allí iba a visitarla cuando anochecía para no ser visto. Ella nunca salía de la casa porque le aterrorizaba ser reconocida e insultada por los lugareños.

”La vida de Mussolini en aquellos días era deprimente: en manos de los alemanes, en un pequeño pueblo de pescadores, se aburría con su amante triste y asustada y con una esposa desaseada, dura y polémica”.

En septiembre de 1943, Italia quedó así dividida en dos bandos irreconciliables: los fascistas de la RSI, apoyados por Alemania, y los antifascistas de la Resistencia (comunistas, socialistas, socialdemócratas, liberales antifascistas, democristianos y nacionalistas no fascistas), apoyados por los aliados. Los contendientes se enfrentaron brutalmente en una verdadera guerra civil de dos años, en el contexto del avance aliado por la península italiana y de la ocupación alemana del norte.

Pero desde fines de 1944 el Eje fue cediendo terreno y a comienzos de 1945 todo estaba a punto de acabar. Mussolini dispuso entonces que la familia Petacci se refugiara en el extranjero, pero Claretta se rehusó a marcharse. En ese momento, su afán protector por el Duce se incrementó basado en un amor incondicional. En una carta a su hermana Miriam, que ésta debería leer sólo cuando llegase a Barcelona, en la España de Franco, donde se refugiaría a finales de abril, le decía: “No te apenes por mí. Yo sigo mi destino, que es el suyo. No lo abandonaré nunca, pase lo que pase. No voy a destruir con un gesto vil la suprema belleza de mi ofrecimiento y no voy a renunciar a ayudarlo, a estar con él mientras pueda”.

Claretta no abandonó a su Ben, e incluso hizo planes más o menos fantásticos para resistir en los Alpes o salvar al Duce. Sea como fuere, Claretta quería seguir junto a él, pero ya no había tiempo.

Mussolini se trasladó a Milán el 25 de abril, Claretta lo acompañó y luego lo siguió a Como. Desde allí se intentó la fuga en compañía de fascistas fieles y de alemanes. Lo que sigue ya se sabe: el 27 la columna, que se dirigía al norte, fue detenida por los partisanos. Mussolini y Claretta fueron capturados junto a jerarcas fascistas, a muchos de los cuales se los ejecutó sumariamente en el mismo lugar por los partisanos, mientras que la pareja era conducida a otro lugar.