Horst Seferens, director de la Fundación Brandenburg Memorials, precisa que “desde 1936 hasta abril de 1945 más de doscientos mil prisioneros pasaron por aquí, el campo de concentración de Sachsenhausen. Primero, por supuesto, eran alemanes, oponentes políticos, socialdemócratas, comunistas, cristianos, conservadores, pero también testigos de Jehová, homosexuales, judíos, antisociales y otros. Luego del comienzo de la Segunda Guerra empezaron a llegar decenas de miles de prisioneros de Polonia, el primer país invadido, y más tarde del resto de las naciones involucradas: la Unión Soviética, Francia, Holanda, Bélgica, Países Escandinavos, y de toda Europa.
”Había una estricta separación entre sexos, y existía un campo especial para mujeres, cerca de donde estamos ahora, Ravensbrück. Así que al principio sólo había prisioneros varones; pero en el último período de la guerra, cuando había muchos campos satélites, miles de prisioneras mujeres trabajaron allí en tareas que estaban vinculadas a las plantas industriales para la producción de material para la guerra, donde por supuesto el prisionero estaba forzado a trabajos pesados. Estos campos satélites comenzaron a ser controlados desde Sachsenhausen, de donde pasaron a depender todas las mujeres. Poco antes del fin de la guerra muchos de ellos fueron evacuados hacia el campo principal porque el Ejército Rojo se estaba acercando, y a principios de 1945, incluso aquí, en el campo principal, se estableció un área especial para prisioneras mujeres llamada pequeño campo, y en total había 20.000. […] Normalmente había guardianas mujeres vigilándolas. En Ravensbrück, por ejemplo, existía un centro para guardianas donde eran entrenadas y enviadas luego a otros campos. Estas mujeres no eran oficialmente miembros de las SS, pero estaban cercanas a ellas. Vestían uniformes y muchos prisioneros recuerdan que eran tan brutales como sus colegas varones”.
Seferens dice que “prisioneras mujeres sólo hubo en los últimos meses de la existencia de Sachsenhausen, y en esos tiempos las condiciones dentro del campo de concentración eran caóticas. Por lo tanto, no creo que haya habido diferencias en el trato de prisioneros varones y mujeres. Todos eran forzados a hacer trabajo de esclavo, hasta el último minuto, especialmente durante las últimas semanas. Aquí en Sachsenhausen también se hizo una selección: las personas débiles y enfermas que ya no podían trabajar eran enviadas a otro campo, por ejemplo Bergen-Belsen o Mauthausen, que eran transferidos por las SS a campos para prisioneros moribundos. O eran justamente asesinados aquí en Sachsenhausen, sin que las SS hicieran diferencia entre prisioneros varones o mujeres”.
Andreas Heusler, curador del Museo Topografía del Terror, cuenta el tratamiento que recibían las reclusas en el nazismo: “La casa tenía solamente prisioneros hombres; las mujeres eran llevadas a otras cárceles y diariamente transportadas al cuartel general de la Gestapo para ser interrogadas y torturadas, y aquí mostramos a muchas de aquellas mujeres. Provenían de los diferentes grupos de resistencia de los partidos socialdemócrata y comunista, o por ejemplo de la ‘Orquesta Roja’, una red de espionaje comunista creada durante la guerra. Muchas mujeres estaban involucradas en los campos de concentración. En las fotos que tenemos aquí se muestra a los guardias, sean mujeres u hombres, como personas normales, seres ordinarios que tenían tiempo libre en su tarea en los campos de concentración. Trabajaban como guardias vigilando a los internos, y en el tiempo libre hacían bromas y vivían normalmente. Creo que eso era muy típico, un sistema de terror implementado no sólo en la administración de los campos, sino también en el resto de la sociedad, donde muchas estaban convencidas de lo que estaban haciendo”.
Cuando se analizan los cuadros de la Gestapo y las SS, surge que el 60 por ciento de ellos eran universitarios, hombres preparados y con cierto grado de cultura. Entonces uno se pregunta cómo pudo haber sucedido lo que pasó. Heike Görtemaker considera que “nunca lograremos dar respuesta a esos interrogantes. Todo lo que podemos hacer es tratar de explicar qué pasó y tomar nota de todos los factores. Allí se puede ver, lo que es también real para el círculo en torno de Hitler, incluyendo a Eva Braun, que esta gente estaba convencida de la ideología nazi, de sus miradas antisemitas y del racismo. Respecto del caso específico de Eva Braun y de las otras mujeres del entorno de Hitler, por mucho tiempo se dijo que no sabían nada, que ella era una rubia alta e inocente ajena a los eventos a su alrededor, pero esto es definitivamente falso. Ellos vivieron esta ideología juntos, él era su héroe, y puedes comprobarlo cuando miras el desarrollo del círculo interno de Hitler”.
Adolf Hitler y Eva Braun.
En el caso particular de Eva Braun, Görtemaker explica que “cada miembro del entorno de Hitler tuvo un rol especial. No se puede separar la vida privada de Hitler de su vida política, y una prueba es Eva Braun, quien jugó de alguna manera un rol político porque se volvió parte de la maquinaria de propaganda nazi. Esto también es así para el resto de las mujeres de hombres cercanos a Hitler. Por ejemplo Margarete Speer, quien también tuvo que representar el culto al líder porque su esposo, Albert Speer, le debía su carrera sólo a Hitler”.
Görtemaker ratifica que “las mujeres no tenían función prominente en la Alemania nazi. No podían ser abogadas, por ejemplo, ni pertenecer al ejército, o actuar en política ni en economía. Una excepción es la líder del Reich de Mujeres Gertrud Scholtz-Klink. […] Eran ignoradas por historiadores, quienes pensaban que la vida de las mujeres no tenía valor respecto del desarrollo político. Sin embargo, en los últimos diez o veinte años esa percepción ha cambiado, así que ahora no se las ve per se como pasivas. Tenemos una perspectiva totalmente nueva en la historia social del Tercer Reich, y ahora son vistas como más activas”.