Un personaje enigmático de la corte hitleriana fue Magda Göbbels, la mujer de Joseph, su ministro de Propaganda.
Cuando en 1933 Hitler llegó al poder Joseph Göbbels accedió al Ministerio de Propaganda y, junto con ellos, también lo hizo Magda, de una manera subsidiaria y vicaria. La amistad con el Führer no hizo más que crecer y crecer hasta hacerse entrañable.
La boda de Magda y Göbbels se había celebrado en 1931 en una ceremonia wagneriana organizada por el director teatral Walter Granzow. Tuvo lugar en el pueblo de Severin, y en el altar de la iglesia, adornado para la ocasión con múltiples ramos de flores, figuraba la esvástica, sobre cuyo centro exacto se colocó un crucifijo. La novia lucía un traje de seda negra con un chal blanco de encaje de Bruselas que había llevado en la boda con su primer marido, el industrial Günter Quandt. En la fotografía del cortejo nupcial, Hitler, que fue el padrino, aparece tras los novios llevando de la mano a la madre de Magda. Harald, el hijo de la novia, ya de nueve años, caminaba junto a ellos, vestido con el uniforme de las Juventudes Nacionalsocialistas.
Siempre se ha dicho que Hitler estaba enamorado de ella, pero platónicamente porque hizo que se casara con su ministro. Para el Führer pudo haber sido una musa, una hermana, y el hogar de ambos un lugar adonde ir. A Hitler le encantaba la comida de la casa de los Göbbels y la compañía del matrimonio y de sus hijos, con quienes jugaba y para quienes era “el tío Adolf”. Después de las cenas Magda les obsequiaba un concierto de piano, instrumento que ella interpretaba muy bien. Göbbels además tenía una conversación fantástica, fascinante para Hitler, y entonces podían estar perorando hasta las tantas. Contó el ministro de Propaganda: “Magda se dormía con los pies sobre el sofá mientras Adolf y yo charlábamos y desmenuzábamos la situación en el mundo, en Alemania…”. Magda podría calificarse como la esposa platónica y oficial, mientras que Eva era la amante. Así conformaron ellos ese extraño trío.
“Otra de las particularidades del matrimonio Göbbels era que Joseph volaba tras otras faldas —explica Solar— y Magda muchas veces le era infiel como venganza, lo que hacía trastabillar a la pareja. Y en esos momentos Hitler intervenía llamándole la atención a su colaborador tratando de que el matrimonio se arreglara, algo que siempre conseguía. Lo cierto es que cuando los alemanes comenzaron a retroceder en todas las líneas y la guerra estaba perdida, el matrimonio Göbbels se unió mucho en la desgracia”.
Para la escritora e historiadora Heike B. Görtemaker, autora de Eva Braun, una vida con Hitler, “los celos entre Magda Göbbels y Eva Braun en realidad son un mito. Yo creo que no había rivalidad, porque Magda jugó un papel oficial, ella fue la primera dama del Tercer Reich, ya que Hitler no estaba casado, mientras que Eva, como su amante, no pudo desempeñar un rol público, así que debía esconderse durante las visitas del Estado”.