Destaca en esta época Ludmila Stal, una revolucionaria muy aguerrida seis años mayor que Stalin, a quien la policía zarista señalaba como bolchevique peligrosa. Stalin estaba tan impresionado con ella que tomó su nombre: en ruso, Stal significa “acero”, por lo que “Stalin” sería “el hombre de acero”.
Ludmila había estado muy próxima a Lenin, y en los momentos previos a la revolución trabajaba en el Rabotnitsa, periódico del movimiento femenino bolchevique que ella misma había cofundado, y también sería el contacto con los marineros de Kronstadt, el grupo revolucionario más decidido. La marinería rusa, que había tenido un papel destacado en la revolución de 1905, era un vivero de revolucionarios. Kronstadt —una isla situada a sólo treinta kilómetros de San Petersburgo— era la principal base de la Flota del Báltico, con una guarnición de doce mil marineros que en 1917 volvieron a adquirir un papel protagónico pues constituían un cuerpo militar muy disciplinado, bien armado y de ideología política izquierdista consolidada. Fue el crucero Aurora, procedente de Kronstadt, el que disparó contra el Palacio de Invierno en el inicio de la Revolución de Octubre, que llevó a los bolcheviques al poder.
Sin embargo, los marineros de la isla no eran bolcheviques, sino que pertenecían a otras fuerzas de la izquierda, social-revolucionarios en su mayoría y algunos anarquistas. Y en 1921 se rebelaron contra el totalitarismo de los bolcheviques en lo que se llamó la revolución antibolchevique, pero fueron aplastados y duramente reprimidos.
Después del triunfo comunista, Ludmila cumplió tareas en el Comité Central y, antes de morir, en 1940, editó las obras de Stalin.