[1] Véase «Hamlet» en su Selected Essays. Para esta y otras referencias, véase la Bibliografía selecta. <<
[2] Shakespeare leyó las Vidas paralelas de Plutarco en la traducción inglesa de Sir Thomas North (1579), que a su vez era traducción de la francesa de Jacques Amyot. <<
[3] En Shakespeare se aprecian ecos verbales de la tragedia de Daniel, que, sin embargo, no puede considerarse fuente narrativa. Sin embargo, cuando Daniel revisó su obra en 1607, incorporó la muerte en escena de Cleopatra, que en su versión anterior sólo se narraba. Quizá Shakespeare tuviera en cuenta este cambio al presentar escénicamente la muerte de la reina, pero es más probable (como cree Joan Rees) que Daniel fuera el deudor de Shakespeare, ya que pudo oír hablar de la representación o incluso haber asistido a ella. <<
[4] En el comentario de esta sección me refiero, claro está, al original. Sobre la traducción, véase Nota preliminar. <<
[5] Hay, además, un fondo de pensamiento del que participaba Shakespeare: por un lado, la influencia de Ovidio y sus Metamorfosis, que hace de la transformación el principio central de su visión; por otro, la influencia de Bacon y de Montaigne, que destacaban lo variable en el espíritu humano y lo efímero en el mundo y en el hombre. <<
[6] Véase también al respecto Nota preliminar. <<
[7] El término «problem play» viene aplicándose desde el siglo XIX a algunas obras de Shakespeare en las que no es fácil determinar la intención del autor. Se aplica especialmente a las escritas entre 1600 y 1604, como Troilo y Crésida o Medida por medida, y hay quien incluye también Hamlet. Sin embargo, no todos los críticos creen que estas obras o algunas de ellas sean problemáticas. <<
[8] El artículo de Linda Fitz reseñado en la Bibliografía selecta y reproducido en la antología crítica de Drakakis es muy revelador a este respecto. <<
[9] Véase al respecto el apartado V. <<
[10] Podríamos añadir que este Antonio tampoco es el que Shakespeare concibió en su Julio César: allí era más maquiavélico y desaprensivo que Octavio. Bastaría recordar la reunión de ambos tras el triunfo oratorio de Antonio y la huida de los conjurados. En ella y frente al parecer de Octavio, es Antonio el que quiere utilizar a Lépido como un mero utensilio para luego librarse de él; aquí es Octavio el que se vale de Lépido y después lo anula y encarcela para irritación de Antonio. <<
[11] El tema de este párrafo lo he tratado por extenso en mi trabajo «Traducir el teatro isabelino, especialmente Shakespeare», en Cuadernos de Teatro Clásico, núm. 4, Madrid, 1989, págs. 133-157, y más sucintamente en «Traducir Shakespeare: mis tres fidelidades», en Vasos comunicantes, núm. 5, Madrid, otoño 1995, págs. 11-21. <<