A mediados de 2008, tres años después de su retirada, Lance Armstrong decidió volver al ciclismo profesional con su eterna justificación: el apoyo a su fundación contra el cáncer. Eso sonaba muy bien, pero la USADA ha demostrado que durante esos años Lance seguía pagando religiosamente a Michele Ferrari y asesorando deportivamente al Discovery Channel de Bruyneel y Contador.
De hecho, en uno de los correos electrónicos que los carabinieri interceptaron en 2009 entre Armstrong y el hijo de Ferrari —que, por seguridad, hacía de intermediario entre ambos por esa época—, Michele felicita a Lance por sus analíticas y sus ejercicios de potencia. «Son muy buenas cifras», dice, a lo que el texano contesta inmediatamente: «¿Cómo de buenas, qué necesitamos para ganar el Tour?». Armstrong estaba convencido de que a los treinta y ocho años de edad podía ganar el Tour de Francia, y no es casualidad que eligiera el equipo dominador de la época y el que mantenía la estructura del US Postal en términos de asesoría médica: el Astaná de Bruyneel, Celaya y José Martí.
Fue un año de peleas constantes. El equipo consistía en una mezcla de corredores Postal-Discovery y otros provenientes de Liberty-Astaná-Wurth, formado tras la Operación Puerto por Manolo Saiz y Alexander Vinokúrov. Según el atestado de Levi Leipheimer, pocas semanas antes del inicio del Tour, Bruyneel le invitó a ocuparse de llegar a la competición «en las mejores condiciones posibles». Como Leipheimer ya sabía lo que quería decir eso, le preguntó abiertamente si iba a haber dopaje de equipo en el Tour. «No», contestó Bruyneel. «Muy bien —replicó Leipheimer—, entonces yo no me la voy a jugar por mi cuenta.»
Leipheimer asegura que, tras varios tiras y aflojas, consiguió la confirmación de su director deportivo de que sí, el equipo haría todo lo posible por ayudarle. No especifica qué hicieron los demás.
En cualquier caso, Leipheimer no era el cabeza de lista del Astaná en el Tour. Ni mucho menos. Por delante de él estaban Andreas Klöden, hombre forjado en el Telekom de la clínica de Friburgo que dirigía Rudy Pevenage —conocido como «Rudicio» en los papeles de la Operación Puerto—, y sobre todo Lance Armstrong y Alberto Contador. El problema para Armstrong era la superioridad física de Contador, así que las etapas se sucedieron en un trenecito del Astaná, a lo US Postal, con críticas constantes a los ataques del de Pinto. Hubo un momento en el que pareció que tres Astaná coparían el podio, algo nunca visto en la historia del Tour, pero al final Andy Schleck se les coló.
Sobre el trato al Astaná en materia antidopaje, el texto de la USADA refleja las dudas expresadas por Jean-Pierre Verdy y la AFLD (la agencia antidopaje francesa), que insisten en la permisividad de la UCI con el equipo kazajo y apuntan a irregularidades en los controles, especialmente uno con Lance Armstrong como protagonista. Tanto la UCI como el Astaná negaron las acusaciones, resaltando los numerosos controles que habrían pasado tanto durante el Tour como durante la temporada entera.
El Tour 2009 acabó con Contador como vencedor en París y Lance Armstrong, con un gesto serio, en tercer lugar. Acabar tercero del Tour a su edad y tras tres años en blanco era una barbaridad, a la altura de las demás barbaridades de su carrera, pero no era suficiente para él. En 2010 Armstrong encontró un nuevo patrocinador, RadioShack, y se llevó a todos sus fieles, es decir, Bruyneel y Celaya, más unos cuantos corredores de primer nivel como los propios Klöden y Leipheimer, clásicos como Popovich, Paulinho o Horner y los siempre necesarios españoles Rubiera y Zubeldia.
Contador se quedó en el Astaná bajo la protección de Vinokúrov, con Benjamín Noval, su fiel aliado, más De la Fuente, Dani Navarro, Nocentini y otros corredores de menor nivel dispuestos a apoyarle siempre. También se quedó con José Martí como preparador personal. Para ambas estrellas fue un año desastroso: Contador, sin el paraguas del «grupo Postal», dio positivo en el Tour de Francia por clembuterol y toda su lucha jurídica, parecida a la de Landis en muchos aspectos, quedó en nada. Consiguió un aplazamiento y el apoyo de la RFEC y del presidente Zapatero… pero no el del TAS, que lo sancionó por dos años, desposeyéndolo de la victoria en dicho Tour y en el Giro del año posterior.
Armstrong, por su parte, enlazó caída tras caída, lesión tras lesión… y sintió de cerca, por fin, la presión de una investigación seria, la del fiscal federal Jeff Novitzky, responsable de la Agencia de Alimentos y Medicamentos estadounidense, que quería averiguar si el dinero público del US Postal se había gastado en patrocinar a un equipo de tramposos.