Decíamos antes que Armstrong estaba muy enfadado con Luis del Moral por su rendimiento en el Tour de 2003 y que eso le costó el puesto al doctor valenciano. Los resultados no mejoraron de inmediato; en 2004, tras el Tour de Romandía en el que el Phonak de Tyler Hamilton y el Saunier-Duval de Leonardo Piepoli coparon los cuatro primeros lugares, el estadounidense estaba que trinaba. «¡Qué nueva mierda española estará metiéndose esta gente para ir así!», le decía Armstrong a quien quisiera escucharle.
Sus sospechas se trasladaron a la UCI, y el mismísimo doctor Mario Zorzoli se reunió con Hamilton para explicarle en Lausana que «estarían muy pendientes de sus resultados sanguíneos durante el resto de la temporada». Justo en la Vuelta a España de ese año, tanto él como su compañero Santi Pérez darían positivo por transfusión de sangre ajena, lo que invita a pensar que el doctor que ambos compartían, Eufemiano Fuentes, simplemente se equivocó de etiquetas y le puso a uno la sangre del otro. Eso piensa Hamilton, desde luego, y lo deja claro en su libro, pero no se ha podido demostrar.
La relación de Hamilton con Fuentes venía de 2002, cuando dejó por fin la disciplina del US Postal, harto del comportamiento dictatorial de Armstrong y en busca de sus minutos de gloria. El dominio del equipo estadounidense era tal que todos los gregarios pensaban que podían ser estrellas con el debido asesoramiento. Hamilton se fue al CSC de Bjarne Riis, quien, según el ex corredor, le mandó inmediatamente a Fuentes.
Eufemiano Fuentes era un nombre muy conocido en el deporte español. Ya en 1985, el periodista Juan Mora publicó en El País un artículo en el que le mencionaba como uno de los preparadores «científicos» más importantes del atletismo nacional y aseguraba que estaba trabajando en un plan adecuado de trabajo cara a Barcelona 92 con sustancias que no daban positivo en los controles, por otro lado casi inexistentes, del COI. El propio Fuentes hizo sus pinitos como atleta, al igual que su mujer, que llegó a ser profesional. Su relación con el preparador técnico Manuel Pascua Piqueras empezó en esos años y, como hemos visto recientemente, se prolongó al menos hasta 2010, cuando estalló la Operación Galgo, con Marta Domínguez de por medio.
En los años ochenta, Fuentes asesoró a equipos ciclistas como el Seat-Orbea de Peio Ruiz Cabestany y Perico Delgado, coincidiendo con el triunfo de este último en la Vuelta a España de 1985, o el Caja Rural de Marino Lejarreta durante el Tour de 1987. En 1988, tras el positivo de la que después sería su mujer, Cristina Pérez, ambos anunciaron su retirada del deporte en un alarde de dignidad. El positivo sería anulado por un defecto de forma en el análisis y Fuentes, por supuesto, siguió a lo suyo sin hacer demasiado ruido.
Eufemiano fue una pieza clave del éxito de varios equipos españoles a lo largo de los noventa, empezando por el ONCE de Manolo Saiz que tan buenos resultados consiguiera aquellos años, disputándoles a Induráin y su Banesto la supremacía mundial. Después, colaboró con el citado Vitalicio de Jesús Mínguez y acabó en el Kelme de Álvaro Pino. Uno de los momentos más surrealistas de su carrera se produjo en 2001, cuando Fuentes era el médico oficial del Kelme, cuyo jefe de filas, Óscar Sevilla, lideraba la carrera a falta de la contrarreloj final.
Justo antes de esa contrarreloj se filtró una conversación de «Eufe» con Ángel Casero, corredor del Festina, en la que le decía: «Ya tengo eso que necesitas para la contrarreloj». Casero era el gran rival de Sevilla, y de hecho acabó siendo el ganador de la prueba. Inmediatamente se especuló con un presunto dopaje. Ambos lo negaron. La explicación del doctor fue de lo más surrealista: «Le estaba hablando de unas bielas especiales para la bicicleta de contrarreloj que le había recomendado su médico, Luigi Cecchini». Dos médicos recomendando bielas como si fueran mecánicos. La cosa terminó en nada.
Todos estos antecedentes, más las estremecedoras declaraciones de Jesús Manzano al diario As, en las que acusaba a Fuentes y a los interpuestos doctores Córdova y Virú de casi matarlo, pusieron a la Guardia Civil sobre la pista del doctor canario, pero la investigación dio un paso adelante tras el citado positivo de Roberto Heras en la Vuelta de 2005.
Heras había dejado el US Postal para recuperar su condición de jefe de filas y había elegido como equipo al Liberty Seguros, heredero del ONCE. Según testificó Manolo Saiz ante la Guardia Civil, y así lo ratifican tanto el sumario de la Operación Puerto como el propio informe de la USADA, habría sido el propio Heras quien le pidió a Saiz retomar la relación con Fuentes después de varios desencuentros entre el director deportivo y el médico. El caso es que, incluso después del positivo de Heras en 2005, la relación entre ambos seguía abierta en la primavera de 2006, aunque era una relación que, según las conversaciones telefónicas grabadas por la Guardia Civil, hay que calificar de tensa.
Poco antes del Tour de Francia de aquel año y en plena celebración del Giro, en el que Fuentes llevaba a Basso, Gutiérrez, Botero y Ullrich, entre otros, Saiz acordó una cita con él en Madrid, en un hotel cercano a la comisaría de Pío XII, y con el ayudante de Fuentes, José Luis Merino, hematólogo jefe del hospital de La Princesa, como testigo. A Saiz no se le ocurrió otra cosa que asistir a la cita llevando un maletín con 60.000 euros y francos suizos, parte del dinero que aún le adeudaba a Fuentes por la planificación de 2005. La Guardia Civil los detuvo en el acto y los acusó de un delito contra la salud pública. Posteriormente se añadirían las detenciones de José Ignacio Labarta, director deportivo adjunto del Comunidad Valenciana-Kelme, y de Alberto León, ex ciclista profesional y correo de Fuentes, quien se suicidaría después de que su nombre volviera a aparecer en la Operación Galgo de 2010.
Fueron días de caos documental y periodístico; los nombres entraban y salían de los archivos. Al principio se habló de centenares de bolsas de sangre almacenadas pertenecientes a multitud de deportistas prestigiosos: tenistas, futbolistas, corredores… Finalmente, por arte de magia, la cosa quedó solo en ciclistas y muchas de las bolsas desaparecieron. Los nombres de Luis León Sánchez y Alberto Contador figuraban en los primeros atestados como clientes de Fuentes, pero después desaparecieron, quedando solo el rastro de las iniciales «A. C.», que la Guardia Civil no supo si atribuir al de Pinto o a Antonio Colom, corredor del Illes Balears.
Básicamente, los clientes de Fuentes se dividían en «los verdes», es decir, los del Comunidad Valenciana-Kelme de Vicente Belda, «los azules», esto es, los del Liberty, y «los míos», aquellos corredores enviados por los Bjarne Riis de turno que se buscaban la vida, descontentos con los planes de dopaje sistemático de sus equipos. Los nombres en clave no estaban precisamente trabajados, y, así, la Guardia Civil identificó en su atestado como participantes en la trama a corredores como Botero, Sevilla, Heras, los hermanos Osa, Tyler Hamilton, Santi Pérez, José Enrique Gutiérrez, Marcos Serrano, Francisco Mancebo, el difunto Marco Pantani, Joseba Beloki, Ángel Casero, Jan Ullrich…
Fuentes no se escondió. Nunca ha sido su estilo. En una entrevista concedida inmediatamente a Le Monde, el canario manifestó su enfado al ver que solo había ciclistas involucrados cuando él, según sus propias palabras, llevaba a muchos más deportistas. De hecho, se sorprendió de que algunos ciclistas aparecieran cuando en realidad él no los conocía. En concreto, citó a Alberto Contador. En esa entrevista, Fuentes repasa sus años de vinculación con el fútbol, cuando la Unión Deportiva Las Palmas estaba en Primera División, y las supuestas dos ofertas que habría recibido del F. C. Barcelona. «La primera, en 1996, no la acepté. De la segunda no quiero hablar.» En numerosas ocasiones se ha negado a explicar su vinculación con el fútbol alegando que había recibido amenazas serias de muerte. El Barcelona, por supuesto, ha negado cualquier relación con Fuentes o Del Moral.
La Operación Puerto era la gran ocasión del deporte español de acabar con el dopaje en el ciclismo y en otras disciplinas, pero los resultados fueron muy decepcionantes; mientras otras federaciones como la francesa, la italiana o la alemana perseguían e investigaban a los corredores implicados, en España la ley antidoping no establecía que el dopaje fuera delito, así que el juez Antonio Serrano se limitó a instruir un caso contra la salud pública, negó pruebas clave a la justicia deportiva por considerar que eran «privadas» y sobreseyó el caso hasta en dos ocasiones distintas.
Basso fue sancionado, Ullrich fue sancionado, Jaksche fue sancionado…, pero los ciclistas españoles no recibieron sanción deportiva alguna. Para remediarlo, los equipos acordaron no fichar a nadie involucrado en la Operación Puerto, lo que acabó de facto con las carreras de Ullrich, Beloki, Heras… y obligó al destierro colombiano, mexicano o portugués a Óscar Sevilla, Botero, Mancebo y muchos otros.
El caso más rocambolesco de todos es el de Alejandro Valverde. Una de las bolsas incautadas por la Guardia Civil llevaba el nombre en clave de «Valv. (Piti)». Teniendo en cuenta que había un corredor en el Kelme llamado Valverde cuya mascota se llamaba Piti, no parece necesaria una intuición de CSI para pensar que la bolsa de sangre pertenecía al ciclista murciano. Sin embargo, la Guardia Civil no dio la bolsa por identificada, y así siguió la cosa hasta que desde Italia el CONI pidió una muestra para comparar el ADN.
El juez Serrano se negó cuantas veces pudo, hasta que en unas vacaciones su sustituta, probablemente no avisada de la cuestión, aceptó la comparación de las muestras. Obviamente, el ADN era el mismo. El presidente del Comité Olímpico Italiano estaba indignado: «Es bastante triste que hayamos tenido que intervenir nosotros, pero si no llega a ser así, no habría pasado nada. Nosotros combatimos el dopaje. Lo que quiere decir que vamos en busca de casos y, por desgracia, a veces los encontramos. Otros no lo hacen. Era [la Operación Puerto] la acción antidopaje más grande realizada, pero las bolsas con la sangre han desaparecido. Algunas pruebas no han sido nunca analizadas. Los investigadores han sido trasladados y los fiscales han dejado de trabajar cuando estaban en el mejor momento».
El CONI sancionó con dos años a Valverde, una sanción que solo podía hacerse efectiva en Italia, y apeló a la AMA para que la sanción se ampliara a los demás países. Valverde a su vez apeló al TAS, pero era un caso perdido. Aun después de comprobar la relación con Fuentes y la identidad del ADN, Valverde sigue sin admitir el dopaje. Es más, tanto su equipo, el Movistar, como la Real Federación Española de Ciclismo condenaron la decisión del TAS como «injusta» y «escandalosa».
Afortunadamente, no todo el mundo adoptó esta postura: Jörg Jaksche, que corrió en el Liberty aquellos años, afirmó con rotundidad que en ese equipo había una profunda maquinaria de dopaje sistemático mientras explicaba lo sencillo que era conseguir un certificado médico, por ejemplo como asmático, para poder tomar el medicamento correspondiente, generalmente un enmascarante tipo Ventolín. Algo semejante explica en el informe de la USADA Christian Vande Velde, que corrió para Saiz en 2004.
En 2008, la justicia suiza involucró a Frank Schleck en el caso tras revelar el ingreso por parte del corredor de 6.991 euros en la cuenta de Fuentes en el HSBC. No se conocen más casos de momento. Eso sí, Fuentes no era el único mago de la medicina deportiva española.