A mi familia, por soportar mis neuras con una paciencia propia de Job.
A Avelino, mi marido, por ser la primera persona en el mundo mundial que lee mis manuscritos, bolígrafo en mano, y ejerce de severo control de calidad.
A Anna Soler-Pont y Patricia Sánchez, de Pontas Literary & Film Agency, por haber creído en esta novela desde el principio y por su entusiasmo.
A Ana Liarás, mi editora, por esas sabias sugerencias que me sirvieron para sacar más partido a las andanzas de Valentina.
A Victoria Pico Soler, médico, por haber leído esta novela cuando aún era un manuscrito y haber aportado sus conocimientos de medicina y muy buenos consejos.
A los lectores que me siguen desde hace años.