—He empezado un libro —decía Joséphine en brazos de Philippe.

Estaban sentados bajo un plátano sobre la pequeña pradera delante de la iglesia.

—Lo escribirás aquí…

—Y además está Zoé…

—Irá al liceo francés…

—Tiene novio…

—Le pagaré un abono de Eurostar, podrá ir a verle cuando quiera… y él vendrá también…

—¿Y Du Guesclin?

—Lo pasearemos por el parque… En Londres hay parques muy bonitos…

—¿Y la universidad? No puedo dejarlo todo tirado…

—París está a dos horas de Londres, Joséphine. No pasa nada… Deja de decir no todo el tiempo…, dime que sí…

Ella levantó la cabeza hacia él. Le besó.

Él la estrechó entre sus brazos.

—¿Tienes muchas preguntas como esas?

—Pero es que…

—¿Piensas acabar tu vida sola?

—No…

—¿Qué harías sola? ¿No eras tú la que decía que la vida era un vals y que había que bailar con ella? —preguntó Philippe, la boca en el pelo de Joséphine—. Hay que ser dos para bailar un vals…

—Sí…

—Entonces baila conmigo, Joséphine, ya hemos esperado demasiado…

* * *