—Hay una diferencia muy importante entre los reclusos de vuestras cárceles y los reclusos de vuestra cárcel cultural: los primeros saben que el reparto de la riqueza y del poder dentro de la cárcel no tiene nada que ver con la justicia.
Estuve unos segundos parpadeando y luego le pedí que se explicara.
—En vuestra cárcel cultural, ¿quiénes son los que detentan el poder?
—Mmmm… Los reclusos varones. Especialmente los blancos.
—Sí, eso es cierto. Pero no olvides que estos reclusos blancos son reclusos al fin y al cabo y no guardianes. Pese a su poder y a sus privilegios, pese a todo lo que se chulean en la cárcel, ninguno de ellos tiene una llave para salir de ella.
—Cierto. Donald Trump puede hacer un montón de cosas que yo no puedo, pero está tan encerrado en la cárcel como yo. Pero ¿qué tiene esto que ver con la justicia?
—La justicia exige que los que no sean blancos tengan también poder en la cárcel.
—Sí, ya veo. Pero ¿qué es lo que quieres decir? ¿Que esto no es verdad?
—Por supuesto que es verdad que los varones, y, como tú dices, especialmente los blancos, vienen imponiendo su ley dentro de la cárcel desde hace miles de años, tal vez incluso desde el principio. Por supuesto que esto es injusto. Y por supuesto que el poder y la riqueza dentro de la cárcel deberían estar equitativamente distribuidos. Pero conviene señalar que lo crucial para vuestra supervivencia como raza no es tanto la redistribución del poder como la destrucción de la cárcel propiamente tal.
—Sí, lo entiendo. Pero no estoy seguro de que haya muchas otras personas que lo entiendan también.
—¿No?
—No. Para las personas políticamente activas, la redistribución de la riqueza y del poder es… no se me ocurre una palabra suficientemente fuerte. Un ideal que ya debe hacerse realidad. Un Santo Grial.
—Sin embargo, salir de la cárcel de los Tomadores es una causa con la que toda la humanidad se podría identificar.
Sacudí la cabeza:
—Siento decir que es una causa con la que casi ningún humano se va a identificar. Blancos o de color, varones o hembras, lo que quieren los de mi cultura es tener toda la riqueza y todo el poder posible en la cárcel de los Tomadores. Les importa un ardite que les digan que están viviendo en una cárcel o que están destruyendo el mundo.
Ismael se encogió de hombros.
—Como siempre, eres un pesimista. Tal vez tengas razón. Aunque espero que no.
—También yo espero que no, sinceramente.