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Había todavía algo que no encajaba del todo, pero no sabía cómo formularlo debidamente.

Ismael me dijo que me tomara mi tiempo.

Después de un buen rato sumido en mis reflexiones, me dijo:

—No quieras formularlo en términos de nuestros conocimientos actuales. En aquella época, los semitas vivían aislados en la península arábiga, con el mar a un lado y con el pueblo de Caín al otro. Según lo que sabemos, junto con sus hermanos del norte constituían el conjunto de la raza humana, el único pueblo sobre la Tierra. Ciertamente, era así como ellos veían la historia. Es posible que no supieran que era en ese pequeño rincón del mundo donde Adán había comido del árbol de los dioses, o que Mesopotamia no era el único lugar del mundo donde se practicaba la agricultura, o que había repartida por el mundo mucha gente que vivía como había vivido Adán antes de la Caída.

—Seguro —convine—. Yo había intentado que todo ello encajara con las informaciones de que disponemos en la actualidad, pero obviamente eso no podía funcionar.