—No estoy del todo satisfecho con la manera como hemos formulado esta ley —proclamé.
—¿Ah, no?
—Nos estamos refiriendo a ella como a una sola ley cuando en realidad son tres leyes distintas. En cualquier caso, yo la describí como tres leyes distintas.
—Esas tres leyes son tres ramas. Lo que tú buscas es el tronco, que es algo así como afirmar: «Ninguna especie debe apoderarse de la vida del mundo».
—Sí, eso es lo que garantizan las normas acerca de la competencia.
—Es una expresión de la ley. He aquí otra: «El mundo no fue hecho para una sola especie».
—Sí. Entonces, el hombre no fue hecho en modo alguno para conquistarlo y gobernarlo.
—Eso es dar un salto demasiado grande. Según la mitología de los Tomadores, el mundo necesitaba de un gobernante porque los dioses lo habían dejado en un estado lamentable. Los dioses habían creado una jungla, un caos enloquecedor, una anarquía. Pero ¿fue así verdaderamente?
—No, todo seguía un orden perfecto. Fueron los Tomadores los que introdujeron el desorden en el mundo.
—Esa ley era y es suficiente. Los hombres no tenían por qué imponer ningún orden en el mundo.