—Ayer te dije que tu relato encerraba una explicación de por qué las cosas están como están.
—Sí.
—¿Cómo contribuye a dicha explicación la primera parte de la historia?
—¿Quieres decir… cómo contribuye a explicar por qué las cosas han acabado estando como están en el presente?
—Exacto.
—Así, a bote pronto, no veo cómo puede contribuir en algo al tema que nos ocupa.
—Piensa un poco. ¿Habrían acabado las cosas siendo como son si el mundo se hubiera hecho para la medusa?
—No, desde luego que no. Si el mundo se hubiera hecho para la medusa, las cosas habrían sido completamente distintas.
—Exacto. Pero no fue hecho para la medusa, sino para el hombre.
—Lo cual explica en parte por qué las cosas están como están.
—Así es. Es una especie de manera retorcida de echar la culpa de todo a los dioses. Si hubieran hecho el mundo para la medusa, entonces no habría ocurrido nada de todo esto.
—Ni más ni menos —corroboró Ismael—. Estás empezando a entenderlo.