Aquella tarde me fui a dar un paseo. Pasear por pasear es algo que hago muy pocas veces. Dentro de mi piso me sentía inexplicablemente nervioso. Necesitaba hablar con alguien, que me tranquilizaran. O tal vez confesar mi pecado: una vez más, estaba teniendo pensamientos impuros sobre salvar el mundo. O tal vez no se trataba de ninguna de esas cosas y sólo estaba soñando. Y, de hecho, considerando los acontecimientos de la jornada, era más que probable que estuviera soñando. A veces vuelo en mis sueños, y entonces me digo a mí mismo: «¡Por fin está sucediendo en la realidad y no en un sueño!».
En fin, que necesitaba hablar con alguien pero estaba solo. Es mi situación habitual, por elección propia, o al menos eso me digo a mí mismo. El simple compadreo me deja insatisfecho, y hay pocas personas dispuestas a cargar con el peso y el riesgo de la amistad, tal y como yo la entiendo.
La gente dice que estoy amargado y que soy un poco misántropo, y yo les contesto que probablemente sea cierto. Cualquier tipo de discusión sobre el tema que sea, siempre me ha parecido una pérdida de tiempo.
A la mañana siguiente, pensé al despertarme: «A pesar de todo, podría ser un sueño. Se puede dormir en un sueño, incluso tener sueños en un sueño». Mientras me entregaba a la rutina de preparar el desayuno, comer y lavarme, noté que el corazón me latía con fuerza. Me pareció que me decía: «¿Cómo quieres no estar aterrorizado?».
Y así fue pasando el tiempo. Cogí el coche para dirigirme al centro. El edificio seguía allí. El despacho al final del pasillo de la planta baja seguía allí, sin que le hubieran echado el cerrojo.
Al abrir la puerta, me recibió, de sopetón, el intenso y acre aroma de Ismael. Temblándome las piernas, me dirigí hacia la silla y me senté.
Ismael me miró con aire grave a través del espejo oscuro, como preguntándose si yo sería suficientemente fuerte para aguantar aquella conversación tan seria. Una vez tomada la decisión, se lanzó a hablar sin más preámbulos, y pude comprobar que aquélla era su manera habitual de proceder.