El autor ya creyó necesario, en otra ocasión, hacer notar que al describir estas escenas de la vida marítima, no ha tenido en cuenta muy rigurosamente el orden cronológico de los perfeccionamientos que se han introducido en el arte de navegar. Pero piensa que no se hallará en esta obra ningún anacronismo demasiado importante. No obstante si algún crítico marino de mirada penetrante descubre un cabo extraviado en una falsa polea, o un término alterado de forma tal que cambie la verdadera ortografía, se le recuerda que la caridad le obliga a no atribuirlo a la ignorancia, tratándose de un compañero. No hay que olvidar que existen proporcionalmente menos hombres de mar que hombres de tierra dedicados tanto a la parte mecánica como a la espiritual de la composición de un libro, lo que es suficiente para explicar las numerosas imperfecciones que obstaculizan la armonía perfecta de las diversas partes de la literatura. En su tiempo oportuno, sin duda, se hallará el remedio a este mal deplorable, y entonces el mundo podrá esperar ver más conjuntadas las diferentes ramas de la profesión. No existirá una verdadera edad de oro para la literatura hasta que los libros sean tan correctos en su tipografía como el diario de un barco, y el sentido tan preciso como un watch-bill.
En cuanto al artículo menos importante, del que el autor hubiera podido sacar mejor partido en esta obra, no ha tenido la intención de ser muy comunicativo a este respecto.
Si la forma en que el autor desarrolla los acontecimientos de su relato no ha hecho resaltar la verdad, es preciso que sea expuesto para que se le impute el haberlo desfigurado por su torpeza. Todas las clases de pruebas que existen pueden dividirse en tres tipos: las pruebas positivas, las pruebas negativas y las pruebas circunstanciales. La primera y la última son reconocidas generalmente como las más recomendables, puesto que la tercera no puede ser admitida nada más que en ausencia de las otras dos. En cuanto a la evidencia positiva de la verdad de lo que contiene esta obra, el libro mismo lo demuestra de una forma sorprendente. Espero también que no falten los detalles apropiados para darle el carácter deseable. Estos dos puntos preliminares una vez acordados, el autor deja a los que quieran criticar aún todo el placer de la negativa, deseándoles tanto éxito como se pueda en semejante cuestión.