El cambio de cabañas entre Tate Jordan y Harry Hennessey se concretó en un término de cuatro días. Hennessey estuvo encantado con la oferta de Tate, y no sin rezongar Tate terminó de mudar las cosas. Nadie prestó mayor atención a la transacción, y el jueves por la noche Tate ya había acomodado todas sus pertenencias. En su habitación, Samantha aguardó pacientemente en la oscuridad hasta las nueve y media, momento en que Caroline ya se había encerrado en su alcoba. Samantha salió por la ventana y cruzó el jardín de la parte posterior, hasta la puerta de la nueva cabaña de Tate, situada a corta distancia por detrás de la casa y protegida de la vista por los árboles frutales que se alzaban en el fondo del jardín, de manera que nadie pudo ver a Samantha cuando traspuso el umbral de la entrada. Tate la estaba esperando, descalzo, con el torso desnudo y en tejanos; sus cabellos tenían un tinte negro azulado, con nieve en las sienes, y había un verde fuego líquido en sus ojos. Su piel era tan suave como el raso, y él en seguida la acogió en sus brazos. Al cabo de unos instantes ya estaban acostados entre las limpias sábanas de la angosta cama. Sólo después de que se hubieron hecho el amor, se entregaron al placer de la conversación, y Samantha se echó a reír al contarle que se había escabullido por la ventana y que estaba segura de que en aquel mismo momento Bill King penetraba de puntillas por la puerta principal.
—¿No parece ridículo todo esto a nuestra edad?
Ella parecía encontrarlo muy divertido, pero Tate no.
—Sólo piensas en ello viendo el lado romántico. ¿Eres feliz? —le preguntó antes de que ambos se quedaran dormidos, con las piernas entrelazadas y tiernamente abrazados.
—¡Hum!
Samantha le sonrió con los ojos cerrados, y él le besó los párpados antes de que se quedara profundamente dormida.
Se despertó al mismo tiempo que él, a las cuatro de la madrugada, y regresó cruzando la huerta hasta el jardín, se deslizó por la entreabierta ventana y encendió la luz. Se duchó como tenía por costumbre, se vistió y fue al comedor principal a tomar el desayuno, y así comenzó una nueva vida para Samantha Taylor.