Mientras el avión se aproxima a Des Moines, Danielle se va poniendo más y más nerviosa. Ha llegado al final de los CDs de Marianne. Y mejor, porque está a punto de terminársele la batería a su ordenador portátil.
Querida doctora Joyce:
Ayer estaba hojeando una de mis revistas de psiquiatría cuando me encontré con un artículo sobre el Hospital Psiquiátrico de Maitland, en Iowa. Es la crème de la crème. Allí trabajan doctores eminentes de todas partes del mundo. Van a esta clínica para estudiar tratamientos novísimos para enfermedades mentales. ¡Imagínese cómo debe de ser hablar con un especialista de ese calibre! ¡Con solo pensarlo se me pone la carne de gallina!
La solicitud me llegó hoy. Aunque me piden todos los informes médicos y psiquiátricos de Jonas, yo fui selectiva. No tienen por qué saberlo todo. Este es el momento de la verdad, como se suele decir. Todos mis años de investigación, experimentación y creación van a culminar con brillantez. Ya es hora de que se reconozca mi inteligencia. Este será mi mejor momento.
¡Carpe diem!
Danielle inserta el último CD en su ordenador con los dedos temblorosos. Debe de ser lo último que escribió Marianne antes de ir a Maitland con Jonas. Danielle espera que Doaks haya encontrado más pruebas en la habitación del hotel de Marianne. Lo que ella tiene es inculpatorio, pero no son pruebas concluyentes de asesinato. Todavía no.
Querida doctora Joyce:
¡Jonas ha conseguido entrar! No me sentiría más orgullosa si lo hubieran aceptado en Harvard. Ha ocurrido en el mejor momento. Jonas ha pasado de la rebelión a la violencia física. Anoche estaba sentada en mi tocador, y tuve que admitir la verdad: se está convirtiendo en un hombre. No es algo que yo haya pretendido, porque mis otros bebés murieron mucho más pequeños. Ahora me veo forzada a buscar una solución más creativa. Tengo que abandonar cualquier actitud maternal y afrontar la cuestión más importante: ¿Qué tipo de vida tendrá Jonas cuando yo falte? Está claro: ninguna. También he de tener en cuenta la situación económica. Si quiero vivir cómodamente, no puedo permitir que Jonas siga acabando con mis recursos. Así pues, lo tengo todo planeado hasta el detalle más nimio. Voy a codearme con las mentes más agudas del mundo, y todo debe estar perfectamente coreografiado.
Maitland es mi momento. Haré lo que debo hacer.