Treinta y tres

Danielle se abrocha el cinturón de seguridad mientras, por fin, despega el avión. El único vuelo que ha podido conseguir desde Phoenix a Des Moines hace una breve parada en Dallas. Y cuando llegue a su destino, debe conducir hasta Plano. Ha intentado ponerse en contacto con Max en varias ocasiones, pero sabe que, si su hijo está en la sala, no puede tener encendido el iPhone.

Debe de estar frenético esperando a que llegue. Si no consigue aparecer a tiempo en el juicio, Max será quien lo pague.

No ha vuelto a recibir llamadas de Doaks. Espera que haya conseguido entrar en la habitación de Marianne y haya encontrado algo, cualquier cosa que pueda relacionarla con la muerte de Jonas.

Tiene el segundo diario en el regazo. Si lee durante todo el vuelo hasta Des Moines, tendrá tiempo de terminarlo y mirar también los CDs. Y no debe desmoronarse y llorar por los horrores que está leyendo. Es abogada, una abogada que busca pruebas que exoneren a su hijo y que la exoneren a ella también.

Abre el libro y comienza la lectura.

Querida doctora Joyce:

El funeral de Ashley fue muy gratificante. Todos me miraban mientras recorría el pasillo central de la iglesia, vestida de luto. Tenía un velo negro sobre la cara, que me permitía ver a los demás, pero que no permitía que los demás me vieran a mí. Como Mata Hari. Elegí un precioso ataúd blanco con un suave matiz rosado; las flores requerían más sensibilidad. Las lilas son demasiado deprimentes para una niña de cuatro años, así que elegí margaritas, que son frescas e inocentes. Durante la misa, el ataúd permaneció cerrado. No creo que la gente tenga por qué verlo todo.

Sin embargo, el plato fuerte del día fue el pediatra de Ashley, que le dijo a todo el mundo que soy una madre maravillosa y dedicada. Cuando se marchó, me tomó las manos y me dijo que nunca había visto a una madre con tanta fuerza y tanto valor después de haber sufrido dos pérdidas tan próximas. Es hora de la recepción del funeral, y estoy agotada.

El trabajo de una madre no termina nunca.

Danielle le pide un café a la azafata y pasa al final del diario. Dos niños muertos, y quién sabe cuántos abortos provocados, hasta el momento. Ha marcado las páginas que intentará introducir en las pruebas, suponiendo que la jueza le permita ponerse en pie en la sala e interrogar a una testigo. Y entonces, podrá comparar la letra de Marianne con la que hay de sus diarios. Está desesperada por saber cuál es la táctica que ha empleado Sevillas; no quiere pensar que, al desaparecer, ella misma haya echado por tierra la capacidad de su abogado de proteger a Max. Comienza a leer la última anotación que hay en el diario.

Querida doctora Joyce:

Apenas puedo sostener el bolígrafo para escribir. Tengo el corazón destrozado. Mi Raymond ha muerto. Anoche no se encontraba bien, así que le mullí la almohada y nos fuimos a dormir. Me desperté en mitad de la noche y noté algo frío y pegajoso. Encendí la luz y… Oh, Dios mío. Allí estaba, tumbado, con los ojos abiertos de par en par. Me di cuenta al instante de que había tenido un derrame cerebral. Estaba allí, mirándome, pero no podía moverse. No llamé a la ambulancia. Sinceramente, necesitaba unos momentos para sopesar mis opciones. Después de unos quince minutos, él tuvo otro ataque y se quedó inmóvil. Comprobé sus constantes vitales, y me di cuenta de que estaba muerto.

Después llamé a la ambulancia, tapé a Raymond con una manta vieja, porque se había ensuciado, y bajé al despacho para mirar sus papeles. Tenía que revisar el estado de mis finanzas. No me dejó mucho, pero sí lo suficiente para vivir tranquilamente unos cuantos años. No estoy interesada en encontrar otro marido todavía. Tengo que organizar su funeral, y después, comenzar una nueva vida.

Además, tengo otro problema. Iba a decírselo a Raymond este mismo fin de semana; parece que estoy embarazada otra vez. Si es un niño, creo que voy a ponerle Jonas. No es la situación más favorable, pese a toda la compasión y simpatía que voy a suscitar. Creo que me voy a marchar de aquí para empezar una nueva vida. Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer. Antes me teñiré de rubio.

Las rubias se divierten más, ¿no es así?