Algunos libros me ayudaron en gran manera a crear el mundo de los trabajadores de maldiciones. En particular The Big Con, de David R. Maurer, How to Cheat at Everything, de Sam Lovell, Son of a Grifter, de Kent Walker y Mark Schone, y Speed Tribes, de Karl Taro Greenfeld.
Estoy sumamente agradecida a mucha gente por sus aportaciones a este libro. Quiero dar las gracias a todo el mundo de Sycamore Hill 2007 por mirarse los primeros capítulos y darme la confianza necesaria para continuar. Gracias a Justine Larbalestier por hablar conmigo sobre embusteros y a Scott Westerfeld por sus detalladas anotaciones. Gracias a Sarah Rees Brennan por ayudarme con los sentimieeeeeentos. Gracias a Joe Monti por su entusiasmo y recomendaciones de libros. Gracias a Elka Cloke por sus conocimientos de medicina. Gracias a Kathleen Duey por alentarme a pensar en los grandes temas mundiales. Gracias a Kelly Link por mejorar sobremanera el principio y pasearme en el maletero de su coche. Gracias a Ellen Kushner, Delia Sherman, Gavin Grant, Sarah Smith, Cassandra Clare y Joshua Lewis por leerse borradores aún muy verdes. Gracias a Steve Berman por ayudarme a entender los pormenores de la magia.
Y, sobre todo, gracias a mi agente, Barry Goldblatt, por su ánimo; a mi editora, Karen Wojtyla, por empujarme a crear un libro mucho mejor del que creía posible; y a mi marido, Theo, que además de soportarme mientras lo escribía me dio multitud de consejos sobre deméritos, chanchullos, colegios privados y cómo persuadir a los refugios de animales.