Al regresar al Jardín Botánico en el que toda esta historia había comenzado, Pannonique vio a EPJ 327 sentado en un banco. Parecía estar esperándola.

—¿Cómo me ha encontrado?

—La paleontología…

No supo qué decirle.

—Necesitaba que supiera algo, me llamo Pietro Livi.

—Pietro Livi —repitió ella, consciente de la importancia de aquella revelación.

—Había juzgado mal a Zdena. Tenía usted razón. Sin embargo, le corresponde el mérito de lo que ha ocurrido; usted y sólo usted era capaz de cambiar ese ser.

—¿Y cómo sabe? —preguntó ella con cierto fastidio.

—Lo sé, porque lo he vivido y porque lo estoy viviendo. Me siento tan cercano a Zdena como equivocado estaba despreciándola. Al igual que ella, no dejo de pensar en usted.

Pannonique se sentó a su lado, en el banco. De repente se sintió feliz de que estuviera allí.

—Yo también le necesito —dijo ella—. Ahora hay un abismo que me separa de los demás. Ellos no lo saben, no lo entienden. Me despierto en medio de la noche, jadeando de angustia. Y a menudo me avergüenzo de haber sobrevivido.

—Me parece estar oyéndome a mí mismo.

—Cuando la culpabilidad es demasiado fuerte, pienso en Zdena, en el milagro que realizó para nosotros. Me digo que debo mostrarme digna de ella, a la altura de este regalo.

Pietro Livi frunció el ceño.

—Mi vida ha cambiado profundamente desde Zdena —prosiguió.

—¿No estudia paleontología?

—Sí, mejor acabar lo que he empezado. Pero ahora, cada vez que conozco a alguien, le pregunto cómo se llama y repito su nombre en voz alta.

—Entiendo.

—Eso no es todo. He decidido hacer feliz a los demás.

—Ah —dijo Pietro Livi, consternado ante la idea de ver a la sublime Pannonique entregándose a la beneficencia—. ¿Y cómo piensa hacerlo? ¿Se va a convertir en dama de la beneficencia?

—No. Estoy estudiando violonchelo.

Rió de alivio.

—¿Violonchelo? Eso es magnífico. ¿Y por qué el violonchelo?

—Porque es el instrumento que más se parece a la voz humana.