Cuando el ejército rodeó el lugar en el que se rodaba Concentración, los kapos abrieron las puertas. Las unidades móviles de todas las cadenas filmaron el cortejo de prisioneros delgados y estupefactos que salieron de él.
El ministro de Defensa entró con entusiasmo y quiso estrechar la mano a la kapo Zdena. Ella no soltó los tarros de vidrio y declaró que exigía un acuerdo por escrito.
—¿Cómo? —preguntó el ministro—. ¿Un acuerdo?
—Digamos mejor un contrato que estipulará su intervención cada vez que la televisión quiera volver a hacer un programa como éste.
—¡Nunca más habrá programas como éste! —protestó el hombre de Estado.
—Sí, sí. Pero nunca se es lo bastante prudente —respondió ella mostrando sus cócteles Molotov.
El contrato fue inmediatamente redactado por el secretario del ministro. La kapo Zdena sólo depositó uno de sus frascos para firmar el documento, cogerlo y enseñarlo a cámara.
—Espectadores, son ustedes testigos de la existencia de este contrato.
Le dio tiempo al zoom para acercarse y al público para leerlo. Luego cogió los tarros entre sus brazos y se marchó hacia Pannonique, que la estaba esperando.
—Ha estado usted genial —dijo Pannonique mientras salían juntas del campo.
—¿De verdad? —preguntó Zdena con una expresión vanidosa.
—No se me ocurre otra palabra. ¿No quiere que la ayude con los tarros? Se le podría caer uno, sería una lástima que explotaran ahora.
—No hay peligro. Al parecer hay ácido sulfúrico en las viejas baterías, pero no sé exactamente dónde.
—Entonces ¿el liquido rojo qué es?
—Vino. Denominación de origen Haut-Médoc. Es todo lo que he conseguido. No he empapado los trapos con potasa, pero la gasolina es auténtica, por el olor.
—Ha estado usted fantástica.
—¿Eso cambia algo entre tú y yo?
—Hasta ahora tenía sólo una intuición sobre usted. En adelante, será una certeza.
—Concretando, ¿eso qué significa?
—No cambia nada en nuestros acuerdos.
—¿Nada? Me estás engatusando. Finges halagarme para darme gato por liebre.
—No. Me ciño estrictamente a lo que le había anunciado.
—¿De qué demonios hablas?
—Ha estado usted heroica. Es una heroína. Que el resto de su actitud esté a la misma altura.
—Te burlas de mi.
—Al contrario. La tengo en la más alta estima, no soportaría que me decepcionara.
—Intentas timarme.
—Invierte usted los papeles. He sido honesta con usted de cabo a rabo.
—He realizado un milagro y confieso que no esperaba menos de tu parte.
—Éste es el milagro. Lo que en mí subsistía de desprecio hacia usted ha desaparecido. Usted era, bien hay que decirlo, lo que la humanidad había creado de más miserable, y en adelante es lo que ha producido de más magnífico.
—Para. ¿Qué te has creído? No me he convertido en otra persona, sigo siendo la que había aceptado encantada ser kapo en este programa.
—No es verdad. Ha cambiado profundamente.
—¡Es falso! Todo lo que he hecho es para conseguirte. Me da igual ser buena persona. Lo único que cuenta para mí, es poseerte. Nada ha cambiado en mí.
—¿Lamenta haber estado formidable?
—No. Pero no me esperaba que fuera a cambio de nada.
—Eso es el heroísmo: a cambio de nada.
Zdena siguió caminando con la mirada clavada en el suelo.