¿Quién regresará?

Pero ¿quién ha de regresar, y cuándo! Los cristianos y los judíos esperan al Mesías; los musulmanes, al Mahdi (que en realidad no es más que otro nombre de una figura mesiánica). La palabra «mesías» significaba originalmente «el ungido». Procede del hebreo maschiach (en griego, christos), que significa «el rey ungido»; pero no puede representar a un rey terrenal, pues, como escribió el célebre profesor doctor Hugo Gressmann, la palabra «mesías» excluye el concepto de un ser humano: «Mesías es el nombre de un ser divino, de un ser que se supone debía existir antes de que existieran seres humanos»[76].

Observemos el denominador común de todos estos conceptos asociados al «mesías»:

Según las diversas religiones, es:

En muchas tradiciones, el regreso de los dioses se asocia a algún tipo de Día del Juicio o de ajuste de cuentas final, y a una serie de sucesos naturales catastróficos. Cada religión añade su propio color e interpretación, ajusta el relato un poco o un mucho para reforzar su propio mensaje y para asegurar la salvación exclusiva de los que creen en ella. Pero las leyendas que componen el núcleo de todas estas creencias son mucho más antiguas que cada una de las religiones, ya sea la cristiana, la musulmana, la judía o la budista. Repito, entonces: ¿Quién ha de venir? ¿Quién es el juez al que debemos temer? ¿Quién regresará con ejércitos celestiales y gran agitación del firmamento?

La filosofía paleobiet puede ofrecer a estas preguntas una respuesta que concuerda con todas las tradiciones. Es una teoría que confirma muchos textos y que resuelve muchos enigmas diferentes. Pero, a diferencia de las religiones, la filosofía paleobiet no exige fe ni creencias: sólo un examen racional y libre de perjuicios de sus ideas y de sus propuestas; pues, a diferencia de las expectativas mesiánicas de la religión, se basa en la lógica y en la razón.