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Mis palabras en su mente: piedras pulidas frías hundiéndose en un cenagal.

Esos dedos calmos fríos han tocado las páginas, impuras e inmaculadas, donde mi vergüenza florecerá para siempre. Dedos calmos y fríos y puros. ¿Es que nunca se han equivocado?

Su cuerpo no tiene olor: una flor sin aroma.

En las escaleras. Una mano frágil fría: timidez, silencio: lánguidos ojos oscuros inundados de desfallecimiento: desgaste.

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