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Una flor dada por ella a mi hija. Frágil regalo, frágil donador, frágil criatura de venas azules.
Padua más allá del mar. La silenciosa edad media, noche, la penumbra de la historia duerme en la Piazza delle Erbe bajo la luna. La ciudad duerme. Bajo las arcadas de las calles oscuras cerca del río, los ojos de las prostitutas espían en busca de fornicadores. Cinque servizi per cinque franchi. Una oscura ola de sentidos, otra vez, y otra, y otra.
Los míos ojos fallan en la oscuridad, los míos ojos fallan.
Los míos ojos fallan en la oscuridad, amada.
Otra vez. Basta. Amor oscuro, ansiedad oscura. Basta. Oscuridad.
Crepúsculo. Cruzando la piazza. Tarde gris descendiendo sobre anchas dehesas salviaverdes, desprendiendo silenciosamente oscuridad y rocío. Ella sigue a su madre con torpe gracia, la yegua conduciendo a su potranca. El crepúsculo gris moldea suavemente las ancas delgadas y bien formadas, el cuello manso flexible tendonoso, el cráneo fino. Atardecer, paz, la penumbra de lo maravilloso… ¡Arre! ¡Arre!
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