Capítulo XIX

Sharan estaba de pie al lado de Bard Lane. Estaban de pie juntos, y miraban a través de la pared de cristal del estudio. Raul y Leesa estaban sentados tras una mesa, con las cámaras enfocándoles, y con el entrevistador frente a ellos. Con la ayuda de Bard y Sharan, Raul y Leesa habían obtenido el derecho de vestirse como la gente que les rodeaba, en lugar de seguir utilizando las ropas propias de la colonia de Observadores.

—¿Cuánto va a durar eso? —preguntó débilmente Sharan.

—Hasta que llegue algún otro forastero de cualquier otro planeta. Esta clase de novedad no se debilita nunca.

—Pues ya puedes apresurarte a llevar a cabo un "tempo Dos", amigo mío, para ir a buscar a alguien de Marith y de Ormazd. ¿Cómo va?

—Bien, parece que Panasia se ha decidido a participar. Son todavía un poco reacios en creer en nuestra generosidad de darles acceso a todo este asunto.

Sharan observó a Leesa a través del cristal.

—Es muy paciente, ¿eh?

—Me ha explicado el motivo de eso. Dice que es una especie de… penitencia, podríamos decir. Por lo que hizo en el pasado, por lo que ha hecho su pueblo. ¿Qué te parece su inglés?

—Por lo menos no he oído nunca nada tan original —sonrió Sharan—. ¿Sabes lo qué recuerdo, Bard? La vez que me describiste su aspecto. Dijiste que seguramente sería calva y con el cuerpo parecido a una niña de doce años.

Bard lo recordó también. Observó a la esbelta muchacha, delicada, de oscuros cabellos. Ella le miró e hizo un gesto de impaciencia. Él dijo:

—Me ha explicado que en su mundo ella estaba considerada como una especie de mujer primitiva. Aquí es sólo una muchacha linda, que parece un poco más frágil que el término medio. Y tú, Raul, podrías pasar desapercibido entre la muchedumbre.

—¡Oh, no!

Bard sonrió; escucharon los últimos minutos del programa.

—Ahora, míster Kinson, veamos. Nos ha dicho usted que los Observadores no se han puesto en contacto con usted ni con su hermana en ninguna forma durante las semanas que llevan ustedes aquí entre nosotros.

Raul frunció la frente.

—No lo comprendo. No comprendo por qué no lo han hecho. Hubiera sido tan fácil.

—Aquí tengo algo para ustedes dos. Una especie de sorpresa. Acabamos de recibir una estadística, procedente de varias agencias donde se hace cumplir la ley, correspondiente al período de tiempo comprendido desde el día de su llegada aquí hasta la fecha. Se ha producido un descenso asombroso en crímenes de violencia. La violencia sigue todavía entre nosotros, por supuesto. Hasta que aprendamos los secretos de ese otro mundo del que ustedes nos han hablado, seguramente seguirá entre nosotros. Pero violencia sin motivo, acciones inexplicables… parecen haber desaparecido.

Bard vio que Leesa y Raul se miraban, y dijo unas palabras rápidamente en su propia idioma.

Leesa respondió:

—Por lo que parece, pues, que, o bien ahora ya saben y comprenden o no usan las máquinas de sueños. No lo sabemos. Sólo podremos saberlo cuando alguien regrese… allí.

—¿Le gustaría regresar?

Giró lentamente la cabeza hasta quedar mirando directamente a Bard. Levantó un poco la barbilla y le miró con ternura.

—En mi vida, señor, iré a ninguna parte sin el doctor Lane.

Sharan exclamó:

—¡Caramba, caramba! ¡Ya puedes irte ruborizando!

—Calla.

—¿Y usted, míster Kinson? ¿Regresará si se le presenta la ocasión?

Raul frunció la frente.

—No sé si sabré contestar adecuadamente. Esto es un plan, y yo ya les he hablado de una parte del gran Plan. Ahora los Soñadores han dejado de destruir. Los tres planetas que mis antepasados colonizaron pueden reunirse. La Tierra puede ser una gran ayuda para Marith. Pero la Tierra y Marith pueden obtenerlo casi todo de Ormazd. Somos como tres chiquillos, avanzando por distintos caminos, y que ahora han crecido para ayudarse entre ellos.

"En cuanto a mi plan, y hablo en sentido personal, como ya saben he tomado por esposa a la doctora Inly, de acuerdo con sus costumbres, de la misma manera que mi hermana se ha casado con el doctor Lane durante esta ceremonia que ustedes nos han hecho delante de las cámaras para que todos pudieran vernos. Tal vez sea un poco brusco, lo cual tal vez vaya en contra de sus costumbres. Pero ninguno de los que nos están viendo se conocen unos a otros de verdad. Ni siquiera yo ahora, conozco a la doctora Inly, a pesar de habernos casado. No como cuando, a través de la máquina de los sueños yo entré en su mente, llegando a conocerla como a mí mismo. Lo mismo le sucede a mi hermana. Hemos hablado. No somos todo lo felices que podríamos ser, debido a esa especie de barrera que se alza entre nosotros.

"En los sueños de Ormazd aprendí que ellos pueden usar las mentes a corta distancia de la misma manera que las máquinas de sueños lo hacían a distancias vastísimas. Es allí donde mi hermana y yo desearíamos ir con nuestros respectivos cónyuges. Y allí en Ormazd podrían enseñarnos esa cosa tan necesaria para que una persona no tenga que sentirse jamás… algo apartada y un poco solitaria.

"Cuando nosotros cuatro lo hayamos aprendido, desearemos regresar para enseñárselo a los demás. De esta manera la violencia dejará de existir en este planeta. Esto es un… sueño y un sueño agradable por añadidura. Durante mucho tiempo los tres planetas de los hijos de los Dirigentes han estado esperando, esperando la hora de la reunión, la hora de la llegada del progreso.

"Todo esto será lento. Los cambios más grandes no se realizarán en vida de ninguno de nosotros. Pero por lo que a mí respecta, quiero que se produzca lo antes posible ese pequeño cambio que da a la mente la libertad de penetrar en otra mente. No sé si me he expresado bien. Todavía no hablo perfectamente su idioma.

"Para conseguir todo esto, deseo estar con mi esposa. Trabajar con el doctor Lane. Hay muchas cosas que tengo que aprender y hacer. No deseo seguir siendo una especie de animal raro al que se contempla a través de esas cámaras. Mi hermana no se siente satisfecha tampoco con esas cámaras. Ahora deseamos ir a trabajar en esa nave tan grande que, esperamos, llevará parte del nombre de un hombre que fue bueno, inteligente y muy valiente.

Sonrió mirando a Sharan.

—Esta nave, habrá de llamarse Pathfinder —añadió suavemente.

FIN