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La mujer le pasa una brocha por la cara y le dice que tiene que hacer algo urgentemente, y ella no entiende lo que quiere decir.

—Sus labios. Están muy cortados, tiene usted que hacer algo.

—¿Sí? —pregunta ella.

—No puedo corregirlo ahora así como así. Es más bien un tratamiento a largo plazo.

—Ya —dice ella.

—Ahora sólo puedo intentar cubrirlo un poco —continúa la mujer pasándole un pincel por el contorno de los labios—. Bueno, así está mejor. Más no se puede. Necesito más color, Ukko.

Ukko, un hombre pequeño con cara de niño, le acerca una bandeja sobre la cual, probablemente, están los colores.

Cierra los ojos y siente las cerdas de la brocha sobre sus mejillas. Una caricia, cosquillas.

—Mucho mejor —afirma la mujer—. Es usted de tez muy blanca. No lo voy a cubrir, sólo voy a suavizarlo un poco.

Ella asiente.

«Cubrir», piensa. «Suavizar». Piensa en las palabras. Detrás de ella, Olli Latvala pregunta:

—¿Todo bien por aquí?

—Estamos casi listos —dice la mujer—. Los labios no tienen mucho arreglo, pero he conseguido disimular las partes abiertas.

—Bien —dice Olli Latvala.

Luego, camina por un pasillo junto a Olli Latvala, hasta que llegan a una gran sala. Junto a la pared, hay unas mesas con bocadillos y fruta.

—Sírvase —dice Olli Latvala—. ¿Quiere beber algo?

—Creo que no, no tengo sed.

—Ah, por cierto, no se tome demasiado en serio a la colega del maquillaje. Sus labios están estupendamente.

Se oye una música por los altavoces.

—Está empezando —dice Olli Latvala—, pero nosotros aún tenemos tiempo. Lo mejor es que se siente y se relaje, yo vendré a buscarla cuando sea el momento y la acompañaré hasta el escenario, como le había prometido. ¿De acuerdo?

Ella asiente.

—Hasta ahora. Los bocadillos de pan blanco con anguila y huevo están muy buenos, por cierto, y si viene por aquí Bon Jovi, no le haga perder la cabeza otra vez, que luego tiene que cantar.

Sonríe.

A ella le gusta su sonrisa.

Luego se marcha y la deja sola en la gran sala.