Por la noche, en las noticias, ve al hombre que se reía. Una foto. Ha abandonado el hospital. Nadie le ha visto, pero parece que se ha recuperado.
Está sentada en la cama del hotel, blanda y recién hecha. Coge una manzana y un melocotón de una fuente y empieza a comer mientras ve en la pantalla a una mujer con un micrófono delante de la casa donde vive el hombre que reía. Lo que la mujer dice se pierde en el eco y lo que ha ocurrido es como un cosquilleo sobre la superficie de su piel. El vestíbulo desierto. La mirada inquisitiva. El cielo de cristal. Rauna. Veikko. Ilmari.
Nota la piel de Rauna en su mejilla y ve a Ilmari, parece que quiere decir algo. Está a escasos metros de ella, pero ella no le oye. Busca su mirada, pero tiene los ojos cerrados. Le falta una pierna.
—¿Se ha desplomado el cielo? —pregunta Rauna.
Y ella piensa que le falta una pierna. Ilmari rodea con su brazo a Veikko, cuyo cuerpo está tendido en el suelo formando un ángulo antinatural con la cabeza. Le falta una pierna, piensa, y Veikko duerme y hace un momento todo estaba aún en orden.
Una grieta en el cielo. Luego otra.
Rauna baila. Ilmari resbala. Veikko ríe.
¿Quién podría entenderlo mejor que ella?
Tumbada sobre la nieve. Le tiembla la mano que le tiende a Rauna. Sirenas y luces azules. Voces nerviosas. Voces tranquilizadoras. Ella asiente. Asiente y asiente y asiente sin soltar la mano de Rauna.
—Seguro que las dos son familia —dice una voz.
El cuerpo de Ilmari es levantado y colocado sobre una camilla.
El cuerpo de Veikko es levantado y colocado sobre una camilla.
Su cuerpo es levantado y transportado. Las voces se alejan.
Rauna flota a su lado y pregunta: «¿Se ha desplomado el cielo?».
El rugido de un motor.
—Despegue —dice una voz junto a ella—. A la clínica de Turku. Aterrizaje en la superficie de césped, delante de la puerta principal. Ya están avisados.
—Bien —dice otra voz.
Se cierra una puerta. Ella cierra los ojos.
—De vuelta al estudio —dice la mujer del micrófono.
Hace un momento, piensa ella.
—Todo irá bien —dice una voz.
Hace un momento.
—Bien —dice la voz.
No ha transcurrido más que un instante.