Deslizarse sobre la nieve.
Poner orden en el mundo.
Dormir. Soñar. Despertar.
Por la tarde va a ver a Rauna. Los niños están cenando en el comedor bien iluminado. Se sienta en un rincón y los mira. Pellervo Halonen, el director del asilo, se sienta a su lado, sonriente. Le pregunta cómo está.
—Bien —contesta ella—, voy mejorando.
Rauna come con mucho apetito y les sonríe. Pellervo Halonen dice:
—Rauna se alegra mucho cuando viene usted de visita. Es siempre una alegría verla.
Ella asiente.
—Espero de veras que pueda usted ayudar a Rauna cuando… cuando en algún momento empiece a comprender lo que ha ocurrido. Cuando tenga que… enfrentarse a todo ello.
Ella se queda un rato reflexionando sobre sus palabras.
—Eso espero yo también —dice al fin.
Pellervo Halonen se levanta y se marcha, ella se le queda mirando. Es sorprendentemente joven, más joven que la mayoría de sus empleados. Anda siempre muy derecho, mirando siempre hacia adelante. Ya le había llamado la atención durante su primera visita.
En aquella ocasión tenía miedo de volver a ver a Rauna. Era una especie de mezcla, entre el miedo y la nostalgia. Habló de ello con el psicólogo. Él le recomendó no hacerlo, y ella se puso en marcha al día siguiente para visitar a Rauna.
El porte de Pellervo Halonen mientras la acompañaba a la habitación de Rauna. De eso se acuerda. Y de la expresión lejana de Rauna cuando sus miradas se encontraron. Rauna se había quedado callada y, por un momento, pensó que no se acordaba de ella. Luego el miedo en los ojos de Rauna cedió el paso a una especie de nostalgia. Rauna corrió hacia ella, la abrazó y empezó a reírse. Pellervo Halonen reía. Incluso ella reía. Por primera vez en mucho tiempo.
—Estoy llena. ¿Hacemos un puzle? —dice Rauna.
Abre los ojos y ve a Rauna reírse.
Asiente. Rauna va dando saltitos delante, ella la sigue hacia la sala de juegos. Rauna hace un rompecabezas con el arca de Noé. Va alineando las piezas distraídamente, hasta que la imagen está completa.
—¡Listo! —exclama.
Ella aplaude y dice que Rauna es la campeona del mundo de puzles y Rauna pregunta dónde está el tercer león.
—El tercer león. El tercer mono. La tercera jirafa.
No sabe qué contestarle y le dice que es una buena pregunta.
—El tercer león viene luego. Y también los otros —dice Rauna.
Ella asiente.
—En otra barca —continúa Rauna—, en invierno.
Una de las cuidadoras está en la puerta. Está terminando el horario de visitas. Le lee a Rauna un cuento para dormir y, cuando acaba, Rauna está más despierta que antes, vestida con su pijama rosa.
—¡Nos vemos pronto! —le grita Rauna. La cuidadora se despide de ella dándole la mano con una sonrisa.