15

—Me deslizo como sobre raíles por la nieve —dice ella.

Sonríe como disculpándose, porque sabe que con ello no contesta a su pregunta. Él parece esperar que precise un poco más su enunciado.

—Esta tarde he ido a ver a Rauna —comenta ella.

Él asiente.

—Ha estado muy bien —continúa ella.

—Es bueno que se apoyen mutuamente —dice él—; sin embargo, es posible que llegue un momento en el que Rauna empiece a asociar su persona con los sucesos. Y entonces quizá ya no podrá ayudarla, sino que será más bien una carga. ¿Entiende?

—Rauna se ha alegrado mucho de verme.

—Ya lo sé. Lo único que quiero es hacerle presente que Rauna va a necesitar aún mucho tiempo para elaborar lo sucedido y que pasará por diferentes fases.

Lo sucedido, piensa. A él le brotan esas palabras como si tal cosa. Le cae bien. Es inteligente y, al mismo tiempo, un poco torpe. Le gusta esa extraña mezcla, a veces le recuerda a Ilmari. No se parecen en nada, pero la edad es más o menos la misma, y también Ilmari era inteligente y torpe. ¿Habría llamado Ilmari también «suceso» a la caída del cielo? Quizá, en estas circunstancias.

—¿De qué sirve? —pregunta ella.

Él se queda a la espera.

—¿De qué sirve llamarlo «suceso»?

Al cabo de un rato, él dice:

—Opino que es importante encontrar un término que ponga distancia. Necesita usted distancia para… para poder empezar de nuevo.

—¿Lo cree de verdad?

Él asiente.

—¿Porque así se lo han enseñado?

Él permanece un rato en silencio.

—¿Qué quería usted decir con eso de deslizarse por la nieve sobre raíles? —pregunta al fin.

—Es lo que más me gustaría hacer. Deslizarme por la nieve sobre raíles y poner orden en el mundo.

Él permanece a la espera, pero ella ya no sabe qué más decir.

—¿Entiende? —pregunta.

Él asiente.

Cuando sale al frío, está nevando, e Ilmari y Veikko siguen enterrados bajo el cielo caído.