Capítulo 23

Sascha miró a la joven cardinal a los ojos y deseó decirle que dejara salir la ira y el dolor. Contenerlos tras un muro de silencio únicamente equivalía a una muerte lenta. Ella lo había aprendido por las malas.

—También habíamos tenido varios… incidentes en el pasado. El Consejo decidió que tenía que purgar de rasgos no deseados nuestro árbol genealógico. —Judd desvió la mirada hacia Marlee—. A los miembros no biológicos de la familia se les concedió la oportunidad de renunciar a cualquier relación o someterse a rehabilitación.

Sascha leyó entre líneas y lo que escuchó era tan desgarrador que le fue imposible hablar. La madre biológica de Marlee había abandonado a su hija entregándola para que fuera torturada. La escalofriante naturaleza de la traición era algo que nadie con corazón humano o cambiante llegaría jamás a comprender. Y el corazón de Sascha ya no era psi, si acaso alguna vez lo había sido.

—¿Cómo es posible que estéis vivos? —Lucas se llevó la mano de Sascha a los labios para besarla suavemente. Ella sabía que no se trataba de un modo de marcar su territorio, sino de un simple gesto de afecto hacia su compañera, algo que no era premeditado. Pero todos los psi presentes en la habitación repararon en ello. Y se quedaron asombrados—. Según Sascha, una vez que os desvinculáis de la red perdéis la retroalimentación que necesitáis para vivir.

—Eso era lo que pensábamos —comenzó Walker—. Cuando decidimos huir pensamos en los SnowDancer debido a la reputación que tienen entre los psi. Los creen animales brutales que matan sin remordimientos. Sin embargo los investigamos durante el tiempo que el Consejo nos concedió para poner en orden nuestros asuntos. Sabíamos que no matarían a Toby y a Marlee cuando los vieran.

Sascha frunció el ceño.

—No creo que los pequeños deban estar aquí. —El temor de los pequeños era muy real y muy profundo.

—Eso mismo les he dicho yo —repuso Hawke con un tic en la comisura de la boca—. Nosotros no hablamos de esta clase de cosas delante de los cachorros.

—¿Esperas que los encomendemos a tus tiernos cuidados? —preguntó Judd.

—Sienna, llévate a los niños —ordenó Hawke.

Sorprendiendo a Sascha, la adolescente de temperamento obviamente fuerte se levantó y tomó a Toby de la mano.

—Marlee, ven aquí.

La niña miró a su padre. Cuando este asintió finalmente, Marlee casi echó a correr hasta donde se encontraba Sienna y se asió de la mano que la pelirroja aún tenía libre. Era evidente que los jóvenes se habían acostumbrado a tocar y ser tocados en los meses que llevaban allí y, supuso Sascha, los mayores estaban intentando aprender a aceptar el contacto humano por el bien de los pequeños. Ningún psi normal se habría permitido bajo ningún concepto que la preocupación por otro ser le influenciara, pero los Lauren eran una familia atípica.

—Hago esto por Toby y por Marlee, no por ti. —Las desafiantes palabras de Sienna iban dirigidas a Hawke.

El alfa le dedicó un saludo burlón.

—No quiera Dios que hagas algo porque yo te lo pido.

—Merezco saber qué está sucediendo. —Sienna miró a sus tíos—. No soy una niña.

—Mantente en contacto. —El tono de Walker no dejaba entrever sus pensamientos con respecto a que Sienna cruzara al «lado oscuro» y obedeciera la orden de Hawke.

Nadie dijo nada hasta que la puerta se cerró después de que la joven y los niños se marcharan. A continuación, hablaron sobre la muerte:

—Así que esperabais morir —dijo Sascha.

—Por supuesto. —Walker asintió—. Pero queríamos darle una oportunidad a Toby y a Marlee. Son lo bastante pequeños como para aprender a vivir de un modo distinto, sus mentes son aún maleables. Teníamos la esperanza de que pudieran sobrevivir a la forzosa desconexión de la red, que de algún modo fueran capaces de encontrar nuevos conductos neurológicos en sus cerebros. Las posibilidades eran escasas, pero más de las que habrían tenido de otra forma.

—¿Sienna?

—Ella tenía dieciséis años por entonces. —Los ojos de Walker eran tan fríos y cínicos que a Sascha le sorprendió darse cuenta de que tenían el mismo verde pálido que los de Marlee—. Actuamos bajo el supuesto de que los lobos la verían como a una amenaza y la eliminarían.

—¿Y aun así la trajisteis? —La voz de Lucas restallaba igual que un látigo—. ¿Condujisteis a una menor hacia una muerte segura?

Si Sascha no hubiera sabido que era imposible, habría jurado que Judd había apretado los dientes en un acceso de ira.

—No teníamos alternativa —repuso el más joven de los hermanos—. Sienna prefería morir que ser rehabilitada. Si no la hubiéramos llevado con nosotros nos habría seguido por su cuenta.

Sascha acarició a Lucas con esa parte secreta de su mente que por fin comenzaba a comprender.

—Él tiene razón —adujo—. La rehabilitación es peor que la muerte, peor que nada que puedas imaginar.

Lucas dejó que ella le calmara, que le rodease de afecto.

—¿Por qué no los matasteis? —le preguntó a Hawke.

—No somos idiotas… era obvio que habían venido buscando que los cambiantes los matasen. —Su mano estaba cerrada en un puño sobre la mesa—. Los capturamos con la intención de pedir un rescate.

—Entonces le contamos que sería el Consejo quien pagaría el rescate y por qué —intervino Judd—. Eso le dejó en una difícil tesitura. No podía tener en su territorio a cinco psi conectados a la red y, dado que tiene conciencia, no podía ejecutarnos o entregarnos para que fuéramos rehabilitados. Nos dijo que cortásemos la conexión.

—Siempre supimos que cualquiera de nosotros que sobreviviera a los SnowDancer tendría que desconectarse para asegurar nuestra seguridad —agregó Walker—. En cuanto el Consejo descubriera que habíamos escapado, habría utilizado el enlace con la red para exterminarnos. Nadie deserta de los psi.

Judd miró fijamente a Sascha y esta se percató de que era increíblemente apuesto, con esa perfección propia de los psi.

—La idea se le ocurrió a Sienna. —Su conducta era tan formal como la de su hermano.

—¿Qué idea?

Sascha estaba fascinada con los Lauren. Era obvio que los dos menores comenzaban realmente a adaptarse, sus mentes eran capaces de integrarse con el modo de vida de los cambiantes. Asimismo, Judd y Walker permanecían encerrados en su mundo psi después de haber vivido aquella mentira durante tanto tiempo.

A diferencia de ella, la naturaleza de sus poderes no obligaba a los dos hombres a enfrentarse a sus emociones. Luego estaba Sienna, atrapada en medio. A los dieciséis años casi habría concluido el condicionamiento y estaría lista para funcionar como un diente más dentro del engranaje de la maquinaria psi.

—Una PsiNet familiar —repuso Walker enfrentándose a su mirada—. Propuso que nos fuéramos desconectando de la red uno tras otro con un intervalo de milisegundos.

—Como si los estuviéramos masacrando. —Los ojos de Hawke eran del gélido azul del hielo ártico. Sascha luchó contra el impulso de tenderle la mano… probablemente se la arrancaría de un bocado. La mujer que se enfrentara a aquel lobo tendría que ser muy valiente o muy estúpida.

—Exactamente. —Walker asintió—. También imposibilitaba que alguien nos localizara. En cuanto nos desconectamos, enlazamos nuestra mente a la de otro miembro de la familia. El primero en cortar el vínculo tenía que ser alguien lo bastante poderoso como para estabilizar el enlace, alguien que pudiera sobrevivir a la separación y el asilamiento iniciales.

—¿Sienna? —preguntó Sascha.

—No. Ella es un cardinal, pero aún no controlaba bien sus poderes. Fue Judd. —Walker miró a su hermano—. Yo fui el último… tenía que guiar a los niños.

Sascha supuso que Judd tenía que estar justo por debajo del nivel cardinal para haber desempeñado ese papel.

—¿Funcionó? —preguntó con el corazón en un puño.

—Sí. Creamos un círculo cerrado que se alimenta de la energía generada dentro del mismo.

Sascha sintió que la excitación y la esperanza renacían en su interior.

—¿Puedo…?

Walker comenzó a hablar antes de que Sascha pudiera terminar de formular la desesperada pregunta:

—No, Sascha. Lo siento. —Las palabras fueron más suaves de lo que habría esperado viniendo de un psi—. El círculo ha de estar cerrado para que funcione. Con tres mentes inmaduras, Jud y yo tenemos que emplearnos a fondo para que siga cerrado. Hasta que Sienna tenga edad suficiente para ayudar, somos los únicos que controlan los intentos instintivos de Marlee y Toby por establecer de nuevo la conexión con la PsiNet.

—En cuanto abras el círculo —susurró— intentarán conectarse de nuevo.

Walker asintió.

—No pueden evitarlo. Es algo innato en ellos… la necesidad de formar parte de la red. Nosotros tenemos edad y poder suficientes para controlar dichos instintos, pero Sienna sigue teniendo dificultades. No podemos arriesgarnos a abrir el círculo para dejarte entrar y perderlos a ellos.

—Lo comprendo.

Lucas se movió en su asiento junto al de Sascha.

—Proteger a vuestros jóvenes es lo primero.

No había acusación en su voz, y Sascha supo que había tomado algún tipo de decisión. Pero también pudo sentir su frustración y su necesidad de protegerla. Si llegaba el caso, era consciente de que su compañero no tendría el menor reparo en sacrificar a todos y cada uno de los Lauren para salvarla a ella. Resultaba casi aterrador ser objeto de tanta adoración. Casi.

Los otros dos psi le miraron.

—Sí.

—Pero —dijo Judd— podemos ocuparnos de la maniobra de distracción que necesitáis. Sienna y yo somos telépatas con cierto número de… habilidades poco comunes. Hemos descubierto un modo de colarnos de nuevo en la red a través de la mente de un psi débil.

—Nuestra intención es introducir nuestros poderes a través del enlace de ese individuo y distorsionar un par de líneas de comunicación importantes. Va a ser bastante peligroso, esta clase de sabotaje depende del gradiente de la mente que se utilice y la de nuestro tipo apenas llega al 4,5.

Sascha sabía que estaban hablando de control mental, algo ilegal e inmoral.

—Si hacéis eso, no seremos mejores que ellos.

Judd desvió la mirada hacia Hawke y de nuevo hacia ella.

—Solo vamos a utilizar el enlace a la red. Ninguno está interesado en explorar la mente nublada por efecto de las drogas de nuestro voluntario. Tú decides.

Sascha se debatía con el dilema ético que representaba romper una regla por una buena causa: la vida de Brenna contra la invasión de una mente. Lo que le hizo decidirse fueron las vibraciones de dolor que rodeaban a Hawke. El hombre moría un poco con cada segundo que la joven de su clan estaba en poder del enemigo, su corazón de alfa se hacía pedazos por la culpa y la pena.

—¿Voluntario?

—El dinero manda. Ni siquiera le importa para qué se ha ofrecido voluntario. —Hawke le hizo una señal con la cabeza a Judd para que prosiguiera. —La interferencia será mínima… no podemos arriesgarnos a que alguien nos localice a través de la otra mente. Por ese mismo motivo no podemos desempeñar tu papel. En cuanto sospechen siquiera que estamos vivos, nos perseguirán.

—Debería bastar con eso. Los efectos resultantes reverberarán en la red durante un tiempo —adujo Sascha frunciendo el ceño mientras pensaba—. El asesino debería detectar la naturaleza cambiante de mi aroma psíquico antes de que los demás se calmen y comiencen a preguntarse qué es lo que me pasa.

—Aun así es probable que no se den cuenta de inmediato; la mayoría de los psi nunca han visto el interior de la mente de un cambiante. No hay razón para que no funcione. —A menos que todo se fuera al garete y los primeros en reparar en su presencia fueran los consejeros.

Su mano se tensó en la de Lucas cuando el miedo formó un apretado nudo en su estómago. No quería morir, no quería dejar al hombre al que había encontrado después de veintiséis años de soledad. Pero tampoco podía arañar unos cuantos días más para amarle mientras la muerte de Brenna pendía sobre su conciencia. Su madre formaba parte de aquel horror, Sascha tenía que salvar al menos una vida.

Aunque nadie pudiese salvar la suya.

Semejante injusticia amenazaba con hacerla pedazos… ¿cómo era posible que le mostraran algo tan glorioso solo para arrebatárselo a continuación? Salvo, claro estaba, que aquel paraíso nunca le hubiera estado destinado a ella. Alentada por el veneno del Silencio, la fragmentación de su mente había comenzado mucho antes de que conociera a su pantera.

—Gatita —la voz de Lucas fue como un ronroneo contra su oreja—, no te hagas más daño.

Antes de que pudiera hacer ningún comentario, su compañero hizo algo que pocos días antes le hubiera causado una profunda conmoción. Retiró la silla y la depositó sobre su regazo. Aquella despreocupada exhibición de fuerza le recordó las diferencias que existían entre los dos, las sorpresas y todas esas otras cosas que jamás tendría oportunidad de explorar a fondo.

Apoyó la cabeza sobre el hombro de Lucas e inhaló su aroma, pues no tenía deseos de oponer resistencia a que la abrazara. Tal vez Lucas intentara detenerla, pero Sascha tenía muy claro que iba a seguir adelante con el plan. Le esperaba una muerte segura, la única cuestión era cómo iba a dejar este mundo. Así pues, por el momento viviría lo que le quedaba de vida disfrutando al máximo de las emociones. Tocaría, reiría y dejaría que la abrazasen en público.

—Aunque al asesino le atraen las mujeres, y dado que ya no estamos en la red, Walker y yo hemos intentado dar con un modo de llevar a cabo tu plan —dijo Judd viendo cómo ella se entregaba confiadamente a los brazos de Lucas—. Por desgracia, supondría hacerles saber que al menos uno de nosotros sigue con vida.

—Lo que les llevaría a sospechar sobre las muertes de los demás —concluyó Sascha—. Lo entiendo, Judd. No te sientas culpable por anteponer las vidas de los niños. Yo haría lo mismo.

—Los psi no sienten remordimientos. —Los ojos de Judd eran dos témpanos de hielo.

Pese a la gravedad de la situación, Sascha tenía ganas de sonreír.

—Naturalmente que no.

Lucas le dio un beso en la punta de la nariz con gran picardía, haciendo que le resultara imposible contener la sonrisa por más tiempo.

—Mi psi, sí. —La risa centelleaba en sus ojos, pero sus brazos la rodeaban con fuerza.

Hawke clavó la vista en ellos.

—Y no vamos a perderla.

Lucas se enfrentó al lobo y le sostuvo la mirada. Sascha no comprendía hasta dónde estarían dispuestos a llegar los cambiantes depredadores para proteger a sus compañeras, no entendía que él le pertenecía como nadie más lo haría.

—No, no la perderemos.

—Se niegan a creer que no pueda sobrevivir fuera de la PsiNet. —Sascha sacudió la cabeza—. Decídselo vosotros.

—Ella tiene razón —repuso Walker—. Necesita tener otra red psíquica a la que enlazarse cuando se desconecte. De lo contrario morirá a causa de una especie de inanición psíquica en cuestión de minutos.

—Aunque lográsemos dar con un modo de sacarla de la red, sería tan prisionera como lo son Toby y Sienna. —Judd señaló sus ojos—. Nosotros podemos cambiar nuestro aspecto y salir al mundo, pero tú no puedes ocultar tus ojos de cardinal.

—Sascha no se esconderá. —Lucas no tenía la menor intención de ocultarla en modo alguno; ya había pasado demasiados años de su vida escondida—. Mi compañera estará a mi lado.

—El Consejo encontrará la forma de matarla —apostilló Walker de forma realista.

—Dejádnoslo a nosotros —declaró Hawke. Estaba claro que hablaba en nombre de los DarkRiver y los SnowDancer—. Vuestra tarea es ayudarnos a descubrir cómo mantener a Sascha con vida fuera de la PsiNet.

Un profundo silencio se extendió por la habitación. Lucas acarició la espalda de Sascha y pensó en cómo darle al Consejo un susto tal, que jamás nadie se atreviera a tocarla. Quizá fueran insensibles a las emociones, pero todo el mundo tenía miedo a morir.

Los ojos de Judd adoptaron una expresión desenfocada y, al cabo de un momento, también los de Walker. Lucas sintió que se le erizaba el vello de la nuca y supo que estaban manteniendo una conversación telepática. Sascha se pegó con fuerza a él, abrazándose a su cuello como si fuera consciente de su inquietud. Dejó que su cuerpo sintiera el suave peso femenino, su tibieza, su vida, y se regodeó por haber encontrado a su compañera. Por nada del mundo iba a perderla.

—Existe una posibilidad —dijo Walker.

Todos dirigieron la mirada hacia el mayor de los psi.

—Sienna ha intentado convencernos de que nuestras mentes simplemente necesitan retroalimentarse, no necesariamente de energía psi.

—El problema es que no hay forma de comprobarlo sin desconectarse de la red. —Judd parecía que estuviera discutiendo aún con Sienna mientras les hablaba.

Sascha frunció el ceño.

—¿Cómo me retroalimentaría sin enlazarme con otras mentes psi?

—Enlazándote a mentes de cambiantes. Por motivos que pasaré a explicaros más tarde, no creemos que las mentes humanas sirvieran.

Lucas estrechó a Sascha con tal fuerza que ella protestó.

—Lo siento, gatita —farfulló concentrado como estaba en Walker—. ¿Puede hacerse?

—No, claro que no. —Sascha se irguió al tiempo que se pasaba detrás de la oreja un mechón de pelo que se le había soltado de la trenza—. ¿Cómo puede mantenerse una conexión sin que ambas partes posean poderes telepáticos? Todos los psi nacemos con un mínimo de capacidad telepática.

La bestia que moraba en Lucas olfateó una especie de desoladora desesperación en ella que le indicó que Sascha le estaba ocultando algo.

—Deja que hablen, Sascha.

—¿Para qué? —espetó—. ¿Para que puedan vendernos mentiras?

—Chis. —Le acarició la mejilla con los nudillos—. ¿Tan ansiosa estás por dejarme?

El dolor fracturó la belleza de sus ojos y, con un sollozo entrecortado, sepultó el rostro entre las manos.

—No puedo soportar que me den esperanzas solo para perderlas.

Lucas deseó poder aliviar su sufrimiento, deseó ser él el empático y no su vulnerable compañera.

—Sienna está convencida de que funcionará. —Los ojos verde pálido de Walker siguieron el movimiento de la mano de Lucas mientras masajeaba el cuello de Sascha—. Cree que la forma en que se une la pareja es equivalente a una especie de enlace psíquico. El vínculo de esa unión debería mantener viva a Sascha cuando se desconecte de la PsiNet.

Sascha levantó la cabeza de golpe.

—¿No creéis que no he pensado ya en eso?

—¿Qué? —gruñó Lucas—. ¿Por qué no me lo cuentas?

Enfurecida, la pantera deseaba mostrar sus fauces.

—Pregúntales a ellos por qué. —Estaba más furiosa de lo que Lucas la había visto jamás—. Porque una sola mente no puede suministrar la retroalimentación que necesito sin que eso acabe matándola. Utilizar un vínculo contigo es sentenciarte a morir lentamente conmigo.

—Sí —dijo Walker—. Nuestra red familiar funciona del mismo modo que la PsiNet, pero a menor escala… la retroalimentación se acumula de algún modo. Sin embargo todos nosotros somos psi y todos abastecemos la red al tiempo que nos alimentamos de ella, lo que según creemos produce el efecto potenciador.

—En tu caso no habrá tal efecto. Para compensar el déficit tendrías que enlazarte con otros miembros del clan de tu compañero. Con tres o cuatro mentes habría un excedente común de retroalimentación… energía sobrante que cada mente produce. No estarías consumiendo a nadie de forma activa.

—Imposible. —Sascha se inclinó hacia delante apoyando las palmas sobre la mesa—. Coincido en que la conexión entre compañeros es casi psíquica, pero no puedo compartir ese lazo con nadie más. ¿Cómo puedo emparejarme con más de un leopardo?

—No puedes —espetó Lucas antes de poder contenerse—. Me perteneces. Fin de la historia.

Sascha le miró con los ojos entrecerrados.

—Ya lo sé, su alteza, pero estaba señalando la imposibilidad de lo que sugiere Walker. No hay modo de enlazarme con nadie que no seas tú.

La bestia de Lucas detestaba contemplar la idea de que ella se enlazara con otro que no fuera él, pero era muy consciente de que la compartiría si con eso le salvara la vida. Le destrozaría por dentro, pero lo haría. Era la primera vez que había comprendido la magnitud de sus propios sentimientos.

—¿Alguna otra idea? —preguntó Hawke.

Silencio.

El lobo se puso en pie.

—Preparaos para la guerra.

Sascha discutió con él durante todo el trayecto de regreso a casa.

—¿Vas a dejar que mueran cientos de personas porque quieres mantenerme con vida unos pocos días más?

—Una hora de tu vida es más valiosa para mí que un millar de personas.

—¿Qué me dices de Julian y Roman? ¿Qué hay de Kit? ¿Y Rina? ¿Estás dispuesto a perderlos?

Lucas sintió sus preguntas como puñetazos directos al corazón.

—No morirán.

—¡Y un cuerno que no! —que Sascha maldijera le indicó cuánto la había presionado—. Si el Consejo decide exterminar a tu clan, hasta el último de vosotros será eliminado, aunque eso lleve años.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que me quede de brazos cruzados mientras tú te matas? —Sus palabras estaban tan cargadas de ira que Sascha echó la cabeza hacia atrás como si la hubiera golpeado.

—No. Lo que quiero es que me ayudes a salvar la vida de alguien. Quiero que me devuelvas mi honor.

Lucas frunció el ceño.

—¿Cuándo lo has perdido?

—Cuando descubrí que mi madre estaba ayudando y amparando a asesinos —declaró con brutal honestidad.

Él trató de agarrarle la mano, pero Sascha se zafó.

—¡No! No dejaré que lo hagas.

—Necesitas que cooperemos para que tu plan funcione —señaló—. Nadie va a ayudarte a mis espaldas.

Ellos sabían que Lucas los abriría en canal, que los despedazaría hasta que nada quedase. No era alfa por mostrarse blando cuando su gente era amenazada. Y ¿su mujer?

Asolaría el mundo entero por ella.

—Puede que no lo necesite —susurró—. Puede que lo intente sin ti. Mis escudos están cayendo uno tras otro… que me descubran es inevitable. Vendrán a por mí en cuestión de días y, cuando lo hagan, tendré que desconectarme igualmente de la red para escapar de la rehabilitación.

Y él lo sabía.

—Vas a hacerlo con o sin mi ayuda.

Lucas detuvo el vehículo frente al patio principal de la casa franca.