Capítulo 20

—Psi-c—murmuró Lucas—. Déjame adivinar. ¿Clarividencia?

Ella asintió.

—Hoy en día, generalmente son contratados por empresas para que hagan predicciones sobre tendencias de mercado, pero he oído decir que en el pasado a menudo trabajaban para las fuerzas del orden y el gobierno local a fin de prevenir asesinatos y catástrofes.

Si no hubieran sucumbido a la atracción del vil metal, olvidando las emociones humanas que había tras la muerte y la pérdida, quizá los padres de Lucas seguirían aún con vida. ¿Cómo podía él no odiar a su gente? ¿No odiarla a ella?

—Pero no hay ninguna que sea psi-e —dijo Tamsyn.

—No. —Sascha frunció el ceño—. No tiene sentido. Puede que una especialidad sea rara, pero nunca desaparece por completo.

—¿Has examinado el sistema de clasificación? —preguntó Lucas.

Ella asintió y decidió no mencionar que para ello había tenido que hacer una rápida visita a la PsiNet.

—No estaba oculto. Supongo que pensaban que nadie se molestaría en buscar. Hasta el Silencio, la «e» era una designación aceptada. Desapareció poco después de que el Protocolo entrara en vigor y no fue reemplazada en los gráficos de clasificación. —Bufó de frustración—. ¡Pero no sé lo que significa!

—¿Cuál es tu clasificación? —preguntó Nate.

Esa era la única pregunta que no quería contestar, la única que demostraba lo inútil que era.

—Soy no especializada.

—Pero yo sé que eres telépata. —Tamsyn frunció el ceño—. Los cachorros me contaron que hablaste con ellos.

Sascha sonrió al pensar en la traviesa bienvenida de Julian y Roman.

—La telepatía es una habilidad básica necesaria para la supervivencia. —De lo contrario, no sería posible establecer ni mantener una conexión con la red—. Todo psi tiene al menos un 1,0 en el gradiente. No obstante, yo tengo un 3,5 aproximadamente de telepatía, poderes telequinésicos en torno al 2,2, e indicios de algunos de los otros poderes a escala insignificante.

—Eres un cardinal. —Lucas le apretó el muslo, era obvio que había visto el dolor que había intentado enmascarar tras una sonrisa—. Eso significa que tienes un gran poder.

Ella negó con la cabeza.

—No, lo que significa es que tengo potencial para desarrollar un gran poder. Los cardinales están por encima del 10,0 en el gradiente en su especialidad particular… nadie ha sido capaz de averiguar un modo de medir más allá de eso. No es que tal medición sea necesaria para descubrir si alguien es o no un cardinal.

Sus ojos la habían marcado desde que nació.

—En mi caso, dicho potencial nunca se ha desarrollado. —Se encogió de hombros procurando no dejar que ellos vieran cuánto le afectaba eso—. De acuerdo con mi madre, eso no debería haberme impedido ascender a las filas del Consejo, pero creo que ella pretendía ayudarme. —Ayudarla mediante un asesinato fríamente calculado—. Con el tiempo dejó de mencionar tal posibilidad. Ambas sabíamos que yo jamás sería lo bastante poderosa para sobrevivir a ese nivel.

Tamsyn se levantó de encima de Nate y comenzó a pasearse por la alfombra. Su compañero se quedó mirando presa del desconcierto.

—Yo no soy psi, Sascha, pero puedo sentir tu energía igual que puedo sentir la de Lucas.

Sascha ladeó la cabeza.

—No estoy segura…

—Los psi creen que no podemos percibirlos, pero algunos de nosotros sí podemos. —Tamsyn dejó caer la bomba con una sonrisa felina—. Pregúntale a Lucas.

Sascha descubrió aquella misma sonrisa en él.

—Cuéntamelo.

—Qué exigente —gruñó, pero sus ojos estaban teñidos de picardía—. Siempre sé cuándo utilizas energía psi. No solo eso, también puedo percibir picos de actividad psi. Y tú, gatita, no tienes un 3 de gradiente en nada.

—Imposible. —Frunció el ceño—. Apenas he utilizado ningún poder psi desde que me conoces. Y si lo he hecho, como cuando te empujé empleando la telequinesia, fue a un nivel muy bajo. No puedes estar leyendo correctamente los picos.

Lucas se inclinó para mordisquearle el labio inferior.

—Esto por el empujón.

Sascha hizo una mueca.

—Como no tengas cuidado, utilizaré mi poder de transmutación… poseo el suficiente como para ponerte el pelo verde.

No era más que un farol, pero vio que Lucas entornaba los ojos a modo de advertencia mientras consideraba si lo decía en serio o no.

—Tienes poder —farfulló Tamsyn interrumpiéndoles—. Quizá seas una psi-e como tu bisabuela. Tal vez ya no esté permitido serlo y por eso te han catalogado como no especializada y, a fuerza de machacarte, te han metido en la cabeza que no tienes un poder significativo. Repite una mentira mil veces y la gente terminará por creerla, aun a riesgo de perjudicarse a sí misma.

Sascha abrió los ojos como platos.

—Cuando era una niña sometida a adiestramiento, los instructores siempre me decían que tenía mucho potencial y que era una lástima que estuviera bloqueado.

Lucas se levantó de golpe con asombrosa velocidad haciendo trizas el curso de sus pensamientos.

—¿Qué…? —Acababa de ponerse en pie cuando él hizo que se sentara de nuevo.

—Silencio. —Nate giró bruscamente la cabeza hacia el patio delantero.

El cuerpo de Lucas rezumaba peligro y cautela.

—¿Dónde están Vaughn y Clay?

—Fuera, en la parte de atrás. —Nate se situó rápidamente al lado de Lucas—.Tammy, llévate a Sascha de aquí.

—No pienso marcharme. Esta es también mi lucha.

Lucas le lanzó una ardiente mirada verde.

—En realidad no lo es. Quienes están fuera son los SnowDancer. ¿Tammy?

La sanadora cruzó la estancia y asió a Sascha del brazo.

—Vamos. Lucas no podrá concentrarse si tú estás cerca —le susurró de forma apenas audible.

Sascha sintió la furia protectora que anidaba en él y supo que Tamsyn tenía razón.

Sintiéndose frustrada, pero reacia a ponerle en peligro, siguió a la sanadora fuera del salón hasta uno de los dormitorios sin ventanas de la planta superior.

Se encontraron a Dorian en el pasillo, una presencia elegante vestida de negro de la cabeza a los pies. Él se llevó un dedo a los labios y meneó la cabeza indicándoles que continuaran. Sascha se quedó petrificada al sentir la ira letal que emanaba del centinela, tan peligrosa que amenazaba todo y a todos a su paso.

—Vamos. —Tamsyn tiró de su brazo.

Dorian frunció el ceño y le indicó con una seña que se fuera. Sascha se obligó a ponerse de nuevo en marcha. La profunda cólera del centinela no era algo que pudiera aplacar, no cuando él parecía resuelto a avivarla.

Sascha se volvió hacia Tamsyn en cuanto estuvieron detrás de la sólida puerta de madera del dormitorio.

—¿Cómo puedes soportar esto? ¿Cómo puedes aguantar que te excluyan y te pongan a salvo mientras que ellos podrían no estarlo?

—Soy la sanadora. A nadie beneficia que yo muera. Libro mis batallas después de que ellos hayan luchado en las suyas. —Sus palabras estaban envueltas por una intensa emoción.

—Tú al menos puedes luchar. Deberían haberme dejado ayudar… tengo el suficiente poder telequinésico y telepático para infligir algo de daño.

—Tal vez no necesiten recurrir a la violencia. Los lobos tienen un pacto con nosotros. —Tamsyn no parecía demasiado convencida de su alegato—. Se me ha ocurrido una cosa.

—¿El qué? —Sascha se paseaba por la habitación sintiéndose más como un animal enjaulado que como la fría y controlada psi que supuestamente era—. ¿Que es una estupidez quedarnos encerradas aquí arriba cuando somos perfectamente capaces de protegernos nosotras sólitas?

—Que si bajas harás vulnerable a Lucas. —Las palabras de Tamsyn eran un ruego para hacerla pensar—. Si los SnowDancer perciben que la danza de apareamiento está incompleta te utilizarán como arma arrojadiza contra él.

—¿Se darán cuenta de eso si nadie se lo dice?

Tamsyn reflexionó.

—No estoy segura. Son lobos, no felinos. Su olor es muy diferente al nuestro… quizá asumirían que ya perteneces a Lucas.

Por algún motivo, aquello hizo sonreír a Sascha.

—¿Cómo puedes hablar de pertenecerle a alguien con tanta despreocupación? Creía que los cambiantes depredadores tenían una naturaleza independiente.

—Muy fácil. —Tamsyn se acercó y le tomó la mano a Sascha—. Porque también Lucas te pertenece a ti.

Sascha deseaba zafarse, pero podía percibir cuánto necesitaba la sanadora ese contacto físico, cuánto necesitaba al clan. Nate estaba abajo enfrentándose a los lobos y, a pesar de la lógica de sus argumentos, Tamsyn estaba aterrada. Sin llegar a comprender cómo sabía lo que debía hacer, abrazó a Tamsyn y esta le devolvió el abrazo sin vacilar.

—¿Cómo puedes tratarme como si fuera del clan? —preguntó Sascha mientras acariciaba el denso cabello de la sanadora.

—Hueles a Lucas, y no me refiero a algo físico. Es difícil de explicar con palabras. —Se apartó de ella como si ya hubiera recibido lo que necesitaba para armarse nuevamente de valor—. Nuestros cuerpos y corazones te reconocen. Sabemos que eres una de nosotros.

—Pero aún no estoy unida a él —arguyó Sascha sintiendo que la soga se apretaba en torno a su cuello.

Ni podía ni quería destruir a aquellas gentes que habían llegado a significarlo todo para ella. Si Lucas caía, los DarkRiver se dispersarían. El clan podría sobrevivir físicamente con los centinelas al mando, pero todos estarían destrozados. No les haría eso.

—Falta tan poco que no supone demasiada diferencia. —Tamsyn se retiró el pelo de la cara y levantó una mano cuando Sascha se disponía a hablar—: No me preguntes cuáles son los pasos finales. No puedo decírtelo. Es distinto para cada pareja… —Exhaló un suspiro—. Pero el macho normalmente intuye mejor lo que es necesario… supongo que es la forma que tiene la naturaleza de asegurarse de que las hembras más independientes no puedan evitar emparejarse.

—Él nunca me lo dirá. —Se sentó pesadamente en el suelo, con la cabeza colgando entre las rodillas—. Me estoy desmoronando y me niego a arrastrar a Lucas conmigo.

Tamsyn se arrodilló delante de ella.

—No te corresponde a ti tomar esa decisión. Emparejarse no es como el matrimonio. No os podéis divorciar y seguir cada uno por vuestro lado una vez que os habéis encontrado.

Sascha se enfrentó a la mirada compasiva de la sanadora.

—Le destruiré —dijo en un susurro colmado de dolor.

—Tal vez sí. O tal vez le salves. —Tamsyn sonrió—. Sin ti, Lucas podría haberse convertido en su bestia, en un depredador cruel y despiadado.

—Eso jamás.

—Fue bautizado con sangre, Sascha. No olvides nunca eso. —Tamsyn se sentó con las piernas cruzadas frente a ella—. Hasta que te conoció a ti, no sabes cómo era, hacia dónde iba. Día tras día le veía volverse más protector, más inflexible y estricto, sobre todo con los críos, y no había nada que yo pudiera hacer.

Sascha estaba cautivada por la pasión que denotaba la voz de la sanadora.

—No cabe duda de que es nuestro alfa, alguien a quien seguiríamos al mismísimo infierno si nos lo pidiera. Pero para gobernar se necesita algo más que tener puño de hierro, y él estaba empezando a perder esas otras cosas.

—Es muy bueno con Kit —repuso Sascha recordando todas las ocasiones en que le había visto con el joven.

—Hace cinco meses, no mucho después de que perdiéramos a Kylie, prohibió a Kit que saliera a correr.

—¿Por qué?

—No quería que el chico sufriera. —Tamsyn sacudió la cabeza—. Kit tiene el olor de un futuro alfa; obligarle a tener siempre una niñera podría haber destruido su desarrollo y haber hecho que se apartara de nosotros. Kit necesita libertad para dejar suelta a su bestia más, si cabe, que los demás jóvenes.

—¿Le convenciste para que cambiase de opinión?

—No, Sascha. Fuiste tú. —Le puso la mano en la rodilla—. Kit estaba a punto de rebelarse cuando Lucas se lo llevó a correr poco después de conocerte a ti. Cuando regresó, Kit no estaba con él.

—¿Dejó a Kit a su aire? —Sascha sabía que debía de haber sido una de las cosas más duras que hubiera hecho jamás. Proteger a los suyos era para él una compulsión.

También era algo que no podía permitirse: eso acabaría asfixiando a la misma gente a la que intentaba proteger.

Tamsyn asintió.

—Tú le permites pensar, ver más allá de sus emociones.

—Creo que me atribuyes demasiado mérito. Apenas logro comprender mis propias emociones.

—Creo que sé lo que es un psi-e.

Sascha se retorció los dedos.

—Crees que la «e» es la inicial de emoción, ¿verdad? Ya lo he considerado, pero no tiene sentido. Antes del Silencio, todos los psi sentían las emociones.

Tamsyn no respondió.

—Los sanadores de los clanes cambiantes de todo el país tenemos una especie de alianza no oficial —dijo dando la impresión de cambiar completamente de tema—. Compartimos nuestros conocimientos a pesar de que pertenezcamos a grupos enemigos. Los alfas ni siquiera intentan impedírnoslo. Saben que somos sanadoras porque no podemos ser otra cosa… nos negamos a ocultar información que podría salvar una vida.

—Y los psi se tienen a sí mismos por ilustrados —susurró Sascha atónita por la humanidad de estos presuntos animales—. No daríamos agua a nuestro enemigo ni aunque se estuviera muriendo de sed ante nuestra puerta.

—Tú sí lo harías, Sascha. Y también eres una psi. Quizá, solo quizá, existan más como tú; más de los que imaginas.

—Si tú supieras cuánto lo deseo… no quiero estar sola, Tamsyn. —Las lágrimas le oprimían la garganta—. No quiero morir en el frío silencio.

Tamsyn sacudió la cabeza.

—Nunca más volverás a estar sola. Nos perteneces, eres del clan. —Cubrió la mano de Sascha con la suya—. No tengas miedo a dejar la PsiNet. Nosotros te cogeremos cuando caigas.

Sascha deseaba desesperadamente contarle la verdad, pero no podía. Si alguno de los leopardos lo descubría, jamás le permitirían ejecutar su plan y era completamente necesario que se llevara a término. De lo contrario, los SnowDancer declararían la guerra, y en una guerra entre los psi y los clanes más letales de lobos y leopardos del país, morirían miles, inocentes y culpables por igual.

Nadie podía saber el mayor de los secretos de la PsiNet. No solo era una red de información, sino que era una red de vida. Nadie sabía cuándo fue creada, pero abundaban las teorías según las cuales se había generado por sí sola debido a que las mentes psi necesitaban la retroalimentación de otras mentes psi.

Privados de esa retroalimentación, los psi se consumían y morían. Incluso los psi en estado comatoso mantenían su conexión a la PsiNet, sus cuerpos eran conscientes de que precisaban de dicho vínculo para asegurar su supervivencia. En cuanto Sascha se desconectara de la red comenzaría a desaparecer en la oscuridad definitiva.

—Gracias —le dijo a Tamsyn sin dejar traslucir su miedo.

La mujer le apretó la mano.

—La razón por la que te cuento todo esto sobre la alianza de los sanadores es que transmitimos un montón de conocimientos mediante el boca a boca. Hay una historia oral muy interesante… que habla sobre los sanadores de la mente. Desaparecieron de la historia hace casi un siglo. Curiosa casualidad, ¿no te parece?

Sascha la miró fijamente.

—¿Sanadores de mentes?

—Sí. Al parecer podían despojar a las personas del sufrimiento y la ira haciéndoles posible ver más allá del bloqueo que a menudo pueden suponer las emociones. También eran capaces de sanar a aquellos que habían padecido abusos, sido violados o sufrido de mil formas diferentes. Curaban heridas que de otro modo podrían haber destruido a la gente. —Tamsyn tenía una expresión intensa en los ojos—. Se les veneraba porque acogían en su interior todo aquello de lo que aliviaban a los demás. Poseían la capacidad de neutralizar la carga, pero eso debía de resultar doloroso.

Sascha estaba tan atónita que comenzó a temblar. Todas aquellas ocasiones en que se había imaginado aliviando el dolor de las personas, todas esas veces en que había sentido la pesada carga de las emociones ajenas asentándose en su corazón… nada de eso había sido fruto de su imaginación.

—Sanaban almas —susurró sabiendo que Tamsyn estaba en lo cierto.

Aquella explicación encajaba. No era de extrañar que se estuviera desmoronando. Sus poderes cardinales habían sido reprimidos durante veintiséis años, aumentando incesantemente sin ser liberados. Habían alcanzado su punto álgido.

—Creo que eso es lo que tú eres, Sascha. Una sanadora de almas.

Una lágrima rodó por el rostro de la joven.

—Me dijeron que era anormal —susurró—. Que era defectuosa. —Por culpa de sus mentiras había contenido su luz, el arco iris de estrellas, encerrando los poderes de curación de su mente—. Me incapacitaron. ¡Y tenían que estar al corriente!

Era evidente que su madre tenía que haber comprendido la excepcional mente de su hijita. Era miembro del Consejo, conocía su historia, lo que tenía que ser ocultado… lo que tenía que ser destruido.

—Cuando trataron de deshacerse de la violencia —dijo Tamsyn colocándose a su lado para pasarle un brazo por los hombros—, también se deshicieron de sus dones más valiosos.

Lucas salió al patio delantero con Nate y Dorian a su lado. Vaughn y Clay estaban escondidos en las sombras y Mercy merodeaba en las copas de los árboles situados detrás de los SnowDancer.

Hawke estaba en el patio flanqueado por dos lobos que, según sabía Lucas, eran sus tenientes. Indigo era una mujer de impresionante belleza, con los ojos fríos de un lobo de las nieves. Alta y esbelta, no cabía duda de que era letal. Riley era un macho de aspecto fuerte que parecía moverse de forma pausada. Era una ilusión. Ese hombre podía derribar a un lobo adulto en tres segundos sin necesidad de cambiar de forma.

—¿Por qué estáis aquí? —preguntó Lucas.

Hawke avanzó dejando atrás a sus tenientes y Lucas hizo lo mismo, como dos alfas reuniéndose en terreno neutral. Solo que ese no era el caso. Estaban en una casa franca de los DarkRiver. Los lobos no habrían puesto el pie en las proximidades sin un buen motivo.

Había aceptado las intrusiones previas de Hawke porque el alfa había ido solo. Llevar a otros consigo era una señal de agresión.

—Queremos hablar con tu psi —dijo Hawke sin más preámbulos.

Lucas sintió que la furia lo dominaba.

—No.

—Confío en ti, gato, pero no confío en ningún psi. —La sed de sangre se reflejaba en los ojos del lobo—. No pondré las vidas de mi gente en manos de una de esas criaturas sin conocerla en persona. Es el cuarto día desde que se llevó a Brenna… solo tenemos otros dos antes de que la mate. Y tú nos pides que esperemos.

—Si confías en mí, ¿por qué necesitas verla?

—¿Acaso no harías tú lo mismo si la situación fuera al contrario? ¿Y si fuera Rina la que estuviera en manos de ese monstruo? —Su rostro adoptó una expresión de calma poco natural—. No estamos aquí para buscar pelea, así que puedes decirle al gato que tienes en los árboles que no se acerque.

A Lucas no le sorprendió que Hawke hubiera captado el olor de Mercy; ese hombre no se había convertido en alfa de una clan letal siendo débil. Tampoco Lucas.

—Mercy no es la única que debería preocuparte.

—Maldita sea, Lucas. No rompas nuestra alianza por una jodida e inútil psi. No son más…

Lucas le estampó el puño en la mandíbula a Hawke. El lobo cayó al suelo y los gruñidos resonaron por todo el patio cuando los centinelas y tenientes adoptaron la posición de ataque.