1) Mi opinión sobre los viajes, en resumen: Cuando viajamos, no debemos ir muy lejos, sino podemos ver cosas que después será imposible olvidar. Y si un recuerdo se hace obsesivo durante mucho tiempo, el hombre comienza a sentirse mal, y después, se hace verdaderamente muy difícil para él mantener su vivacidad de espíritu.
2) Así, por ejemplo: un maestro relojero, el camarada Badaev, no podía olvidar esta frase que escuchó un día: «Si el cielo fuese curvo, no por eso sería más bajo». El camarada Badaev no podía discernir claramente el sentido de esa frase, la misma le irritaba, y la encontraba incoherente, desprovista de significado e incluso nociva, porque contenía una afirmación con toda evidencia falsa (el camarada Badaev creía que un físico erudito hubiese podido decir algo a propósito de la «altura del cielo» y se hubiese aferrado a la expresión «cielo curvo». El camarada Badaev sabía que si esa frase llegase a oídos de Perlman, éste hubiese triturado el sentido de esas palabras, como un cachorro destroza unas pantuflas), sin ninguna duda hostil al común pensamiento europeo. Y si la afirmación contenida en esa frase hubiese sido justa, entonces sería tan despreciable y fútil que no merecía la pena hablar de ella. Y de cualquier modo, habiendo oído una vez esa frase, había que olvidarla al momento. Pero no, ese no era el caso: el camarada Badaev se acordaba permanentemente de esa frase y sufría mucho por ello.
3) Es útil para un hombre no saber lo que hace falta. Puedo dar como ejemplo el hecho siguiente: una persona sabía algo más de lo necesario, y otra un poco menos. ¿Y qué ocurrió? El que sabía un poco menos se enriqueció, mientras que el que sabía un poco más pasó toda su vida desahogadamente en el retrete.
4) Desde tiempos muy antiguos, la gente se pregunta qué es la inteligencia y qué la estupidez. A ese propósito, recuerdo el hecho siguiente. Cuando mi tía me regaló una mesa de trabajo, me dije: «Pues bien, voy a sentarme, y el primer pensamiento que concebiré en esta mesa será especialmente inteligente». Pero no conseguí concebir ningún pensamiento especialmente inteligente. Entonces me dije: «Bien. No conseguí concebir ningún pensamiento especialmente inteligente, pero voy a concebir uno especialmente estúpido.» Pero tampoco pude concebir un pensamiento especialmente estúpido.
5) Todo lo que es extremo es muy difícil de hacer. Las partes medianas se hacen más fácilmente. El centro mismo no requiere ningún esfuerzo. El centro es el equilibrio. Ahí no hay ninguna lucha.
6) ¿Hay que abandonar el equilibrio?
7) Al viajar, no te dejes llevar por la ensoñación, pero da libre curso a tu imaginación y presta atención a todo, incluso a las minucias.
8) Sentado en tu asiento, no agites las piernas.
9) Cualquier sabiduría sólo es buena si alguien la comprende. Una sabiduría que no ha sido comprendida puede devenir polvorienta.
10) Había una vez un hombre pelirrojo, que no tenía ojos ni orejas. Tampoco tenía cabellos y sólo por convención le decían pelirrojo. No podía hablar porque no tenía boca. Tampoco tenía nariz. Además no tenía ni brazos ni piernas. Ni tampoco tenía vientre, ni tampoco espalda, ni columna vertebral, ni tampoco entrañas. ¡No tenía nada en absoluto! De modo que nos preguntamos de qué estamos hablando. Es, pues, preferible no añadir nada a ese respecto.
7 de enero 1937
11) Una abuela sólo tenía en la boca cuatro dientes. Tres dientes arriba y, uno, abajo. Con esos dientes, la abuela no podía masticar. A decir verdad, no le servían para nada. La abuela decidió entonces arrancarse todos los dientes y colocar en la encía inferior un sacacorchos y, en la superior, una pequeña pinza. La abuela bebía tinta, comía remolachas y se limpiaba los oídos con cerillas. La abuela tenía cuatro liebres. Tres liebres arriba y una abajo. La abuela cogía las liebres con la mano y las metía en pequeñas jaulas. Las liebres lloraban y se rascaban la oreja con su pata posterior. Las liebres bebían tinta y comían remolachas.
¡Sé-sé-sé! Las liebres bebían tinta y comían remolachas.
12) Un tal Pantelei le dio un taconazo a Ivan.
Un tal Ivan le dio un tabancazo a Natalia.
Una tal Natalia le dio un bozalazo a Semion.
Un tal Semion le dio un palanganazo a Selifan.
Un tal Selifan le dio un gabanazo a Nikita.
Un tal Nikita le dio un tablazo a Roman.
Un tal Roman le dio un palazo a Tatiana.
Una tal Tatiana le dio un cantarazo a Helena.
Y estalló la trifulca.
Tatiana golpeaba a Roman con un colchón.
Roman golpeaba a Nikita con una maleta.
Nikita golpeaba a Selifan con una bandeja.
Selifan golpeaba a Semion con las manos.
Semion escupía en las orejas de Natalia.
Natalia mordía a Ivan en el dedo.
Ivan martillaba a Pantelei con el tacón.
Ah, pensamos, se trata de bravucones que se pelean.
13) Una muchachita dijo: «gvia».
Y otra muchachita dijo: «khfy».
Una tercera muchachita dijo: «mbriu».
Y bajo la empalizada, Ermakov se afanaba con la col, se afanaba y volvía a afanarse.
Visiblemente, caía la noche.
Después de haber jugado con mierda, Motka se fue a dormir.
Lloviznaba.
Los cerdos comían guisantes.
Ragozin miraba de soslayo en las saunas de mujeres.
Senka se follaba a Manka.
Manka, por su parte, comenzaba a dormitar.
El cielo se oscureció. Las estrellas brillan.
Bajo el entarimado, las ratas desgarraron a un ratón. Duerme, mi pequeño, y no temas los sueños estúpidos.
Los sueños estúpidos vienen del estómago.
14) ¡Afeitaros barba y bigotes!
No sois chivos para llevar barba.
No sois gatos para estremecer los bigotes.
No sois setas para llevar sombreros.
¡Ah!, ¡señoritas!
¡Quitáos vuestros sombreritos!
¡Ah!, ¡bellísimas!
¡Despojáos de vuestras minifaldas!
Vamos, tú, Manka Marusin,
Monta, pues, sobre Petka Elabonin.
Cortaos, muchachas, vuestras trenzas.
No sois cebras para correr con una cola.
Vosotras, chicas, tan rellenas,
Invitadnos a los días de fiesta.
Llevadme con lo ojos vendados.
No iré con los ojos vendados.
Dejadme ver e iré solo.
No me retengáis por la mano.
Esta mano, la tendré lista.
Apartaos, espectadores estúpidos,
Ahora voy a aplicar los pies.
Pasaré sin tambalearme por una sola mitad,
Correré sin caer por la cornisa.
No contradecirme. Por compasión.
Vuestros temerosos ojos son desagradables a los dioses. Vuestras bocas se abren sin venir a cuento.
Vuestras narices no conocen los olores vibrantes.
Comed vuestra sopa, es una ocupación para vosotros. Barred vuestra habitación, como viene siendo desde tiempos inmemoriales.
Pero retiradme, pues, estos vendajes y ataduras,
Yo me alimento de sal, y vosotros de azúcar.
Yo tengo mis jardines y huertos.
En mi jardín pasta mi cabra.
En mi cofre tengo un gorro de seda.
No contradecirme, yo soy por mí mismo, y para mí, vosotros sólo sois un poco de humo.
8 de enero 1937