76. El Cerro Salino (Reencuentro con Takako)
Una vez, cuando a la Emperatriz de la Segunda Avenida se la llamaba «la Madre del Príncipe Heredero», fue ella a rezar al santuario de su dios tutelar. Estaba allí un hombre ya maduro, que servía como oficial de la Guardia de Palacio, el cual, cuando los demás recibían dádivas de los sacerdotes del templo, recibió un regalo del palanquín que llevaba a la Emperatriz. Como agradecimiento le envió a ella el siguiente cantar:
El Cerro Salino
que se alza en Ojara
hoy me recuerda
el tiempo divino,
edades pasadas.
¿Sentiría él tristeza en su corazón? ¿Qué sentiría? No lo sabemos.