El robo de las manzanas de Idun

Cuando los Nueve Mundos aún eran nuevos, Odín y Loki decidieron explorar aquellas partes de Midgard que les eran desconocidas. Mientras viajaban a través de un bosque ignoto se encontraron con una manada de bueyes. Hambrientos por sus viajes, tomaron uno de los bueyes, construyeron un gran fuego y comenzaron a asar sus grandes articulaciones y su carne.

Pasado un tiempo, y ansiosos por devorar la carne asada al fuego, Loki la probó y determinó que todavía estaba sin hacer. Esperaron a que se cocinara y Loki la probó una segunda vez, descubriendo de nuevo que aún no estaba lista. Comentaron lo extraño que era que estuviera aún cruda y se preguntaron cuál sería el motivo.

Oyeron una voz que provenía del árbol que había sobre ellos.

—Yo soy la razón por la que vuestra carne no se termina de asar —dijo.

Al alzar la mirada, vieron un águila gigante encaramada a un gran roble. Era el águila quien había hablado.

—Si me permitís llevarme tanto como quiera de vuestro buey, dejaré que se ase.

Los dioses aceptaron los términos de mala gana, pensando que no tenían ninguna posibilidad real de decisión sobre el asunto. El gran pájaro se abalanzó sobre el fuego y tomó el grueso del buey, devorando en un instante los dos hombros y dos de las piernas.

Loki se enojó cuando vio cómo el águila acababa con gran parte de su cena sin haber trabajado en su captura y sacrificio. Se abalanzó con un gran palo y le atizó, obligándole a apartarse de su recompensa. El águila se elevó en el aire con el palo incrustado en su cuerpo. Loki, incapaz de soltarlo, vio alejarse rápidamente el terreno mientras el ave se lo llevaba por los aires.

El águila se precipitó hacia el suelo y arrastró a Loki sobre piedras, arbustos y cantos rodados, lo que le causó gran dolor hasta que pidió clemencia.

—Has de jurar que cumplirás una tarea para mí —dijo el águila.

—Lo juro. Cumpliré la tarea que me encomiendes.

—Has de traerme a Idun y sus manzanas. Júralo y te liberaré.

Loki cayó en la cuenta de lo que pasaría si traía a Idun ante ese animal y se mostró reacio a realizar ese juramento.

—Pídeme cualquier cosa menos eso. No puedo traerte a Idun.

El águila se desplomó una vez más y raspó el cuerpo de Loki por el suelo, desgarrando la piel de su cuerpo. No pudo soportar más la agonía.

—¡Lo juro! ¡Te traeré a Idun!

El águila lo dejó caer al suelo y aterrizó cerca. Se posó frente a él y los dos dioses supieron que habían sido engañados cuando cambió su forma y se convirtió en el gigante Thiazi, cuyo odio por los Aesir era conocido por todos…