Delante de mí reposa la carpeta, atada con doble nudo por ambos extremos. La lógica aconseja que la deje de lado hasta después de terminar mi informe. Si se lo mando a Guikas con el informe de Zanasis sobre Kolákoglu y la carpeta de Karayorgui, quedará demostrado que no enfoqué la investigación exclusivamente en Petratos sino que he estado trabajando en tres frentes a la vez. Guikas y el ministro tendrán que tragarse sus propias palabras. Esto es lo que aconseja la lógica. Pero mi instinto me exige que mande la lógica a freír espárragos y que abra la carpeta.
Me la acerco y empiezo a desatar nudos. Encima de todo hay un sobre de Kodak con un carrete ya revelado. Sostengo los negativos a contraluz. Son fotos de distintas personas y de vehículos, autocares, remolcadores, aunque no distingo los detalles. Por debajo encuentro el recorte de un periódico con una foto de Pilarinós. Empiezo a sentirme orgulloso de mi instinto, que me ha guiado en la dirección adecuada. Jristos Pilarinós es uno de esos hombres de negocios que han surgido en los últimos diez años. Antiguo comunista, estuvo en el maquis con Markos y, después de la retirada, acabó en algún país del Este. En 1976, presentó en Praga una solicitud de repatriación. Un buen día apareció en Atenas, donde compró una agencia de viajes que estaba a punto de quebrar. En diez años, abrió agencias de viajes por toda Europa, Prespes Travel, con autocares que realizaban trayectos regulares al extranjero. Pero no se limitó a eso. Paralelamente montó Transpilar, una empresa de transportes internacionales con toda una flota de camiones frigoríficos y de gran tonelaje. Actualmente es el número uno en turismo y transporte terrestre.
Siguen más recortes de la prensa diaria, publicaciones financieras y revistas varias. La mayoría habla de los éxitos del «club Pilarinós», como si fuera un equipo de fútbol que acaba de ganar la liga.
Terminados los recortes de prensa, me topo con un mapa. Es un mapamundi arrancado de un atlas escolar. Alguien ha marcado con rotulador rojo casi todas las ciudades de los Balcanes y de Europa Central, así como de Estados Unidos y Canadá. Las ciudades están enlazadas con marcas de distintos colores. Siete flechas verdes, por ejemplo, parten de Amsterdam, Frankfurt, Londres, Nueva York, Los Ángeles, Montreal y Toronto, y terminan en Atenas. Tres flechas amarillas unen Tirana con Praga, Sofía con Varsovia y Bucarest con Budapest. Una flecha azul enlaza Tirana con Atenas.
Me devano los sesos para adivinar el motivo de esas marcas. Evidentemente, cada color remite a una actividad distinta. La pregunta es por qué Karayorgui reunió todos estos datos sobre Pilarinós. ¿Se trata de una investigación? ¿Había otras historias de por medio? Recuerdo lo que había dicho Sperantsas: que Karayorgui contaba con un respaldo muy importante. Quizá guardara alguna relación con Pilarinós. O bien eran colaboradores, o bien Karayorgui lo chantajeaba con algo que había descubierto sobre él. Si encontrara su agenda, tal vez podría sacar algo en claro. Los números de teléfono, para empezar. Seguro que tenía el teléfono de alguna de las empresas de Pilarinós. Pero ¿cuál? ¿El de la centralita? ¿El de algún directivo? ¿El número particular de Pilarinós? Esto me ayudaría a sacar alguna conclusión.
Cuando ya se han desvanecido mis esperanzas de encontrar alguna nota o documento de Karayorgui que arroje un poco de luz sobre el asunto, casi al final de la carpeta descubro una hoja como las que uso para mis informes, doblada en dos. La desdoblo y veo una relación manuscrita de llegadas:
Llegada | Procede | Tipo | Llegada | Procede | Tipo |
20/6/91 | Tirana | Frigorífico | 22/6/91 | Londres | Chárter |
25/8/91 | Tirana | Frigorífico | 30/8/91 | Amsterdam | Chárter |
30/10/91 | Tirana | Frigorífico | 5/11/91 | N. York | V. organizado |
22/4/92 | Tirana | Frigorífico | 25/4/92 | Amsterdam | V. organizado |
18/7/92 | Tirana | Frigorífico | 22/7/92 | L. Ángeles | Chárter |
25/9/92 | Tirana | Frigorífico | 29/9/92 | Montreal | Chárter |
5/11/92 | Tirana | Frigorífico | 10/11/92 | Frankfurt | V. organizado |
6/2/93 | Tirana | Frigorífico | 10/2/93 | Toronto | V. organizado |
Miro la hoja pero no saco nada en claro. Lo único que tiene cierta lógica son las fechas: 20/6-22/6; 25/8-30/8. El lapso de tiempo más prolongado entre dos fechas de la misma línea es de cinco días. Pero, por lo demás, ¿qué relación guarda Tirana con Londres, Amsterdam, Nueva York, etcétera? ¿Acaso los turistas salían de Tirana en camión frigorífico y proseguían su viaje a Frankfurt o a Londres en viajes organizados o en chárter? ¿O no se trataba de turistas sino de mercancías? ¡Absurdo! ¿Desde cuándo tienen los albaneses una red de exportación de tal calibre? Y suponiendo que así fuera —lo cual es mucho suponer—, la lista debería registrar tanto llegadas como salidas, y no dos llegadas a la vez. En cualquier caso, fuera lo que fuese lo que transportaban los frigoríficos iba destinado a los que llegaban de Frankfurt, Londres y las demás ciudades: las fechas lo demuestran. Hasta aquí todo claro. Sin embargo, la lista no menciona el contenido del transporte.
Miro la otra cara de la hoja y encuentro dos listas más que, en lugar de aclarar las cosas, las embrollan más.
Fecha de salida | Procedencia | Destino | Tipo |
25/6/91 | Tirana | Praga | Autocar |
16/8/91 | Sofía | Varsovia | Autocar |
30/10/91 | Bucarest | Budapest | Autocar |
5/1/92 | Tirana | Praga | Autocar |
6/3/92 | Bucarest | Budapest | Autocar |
12/6/92 | Sofía | Varsovia | Autocar |
3/9/92 | Tirana | Praga | Autocar |
5/12/92 | Tirana | Praga | Autocar |
Nombre | Fecha | Destino | Medio |
Yannis Emíroglu | 30/6/91 | Praga | Autocar |
? | ? | Varsovia? | Autocar? |
Aléxandros Fotíu | 5/11/91 | Budapest | Avión |
Eleni Skaltsá | 12/1/92 | Praga | Avión |
Spiros Gonatás | 15/3/92 | Budapest | Autocar |
? | ? | Varsovia? | ? |
Vasilikí Petasi | 12/9/92 | Praga | Autocar |
? | ? | Praga? | ? |
No cabe duda de que las dos listas guardan alguna relación, al menos en lo que a las fechas se refiere. El 25/6/91 un autocar sale de Tirana con destino a Praga y el 30/6/91 un tal Yannis Emíroglu sale también para Praga. El 30/10 otro autocar sale de Bucarest con destino a Budapest y el 5/11 Aléxandros Fotíu sube en un avión para Budapest. Son más esclarecedores, sin embargo, los autocares que salen de Sofía con destino a Varsovia el 16/8/91 y el 12/6/92, así como el que parte de Tirana hacia Praga el 5/12/92. Parece que Karayorgui no logró relacionarlos y puso signos de interrogación. Aun así, no entiendo con quién iban a reunirse en Praga, Varsovia y Budapest los griegos que realizaban estos viajes. Y por qué los que salían de Tirana, Sofía o Bucarest no podían venir a Atenas, sino que los nuestros debían recorrer varios miles de kilómetros para reunirse con ellos.
Llego a la conclusión de que deberé investigar mucho antes de encontrar algún sentido a todo esto. Fuera cual fuese el secreto, Karayorgui se lo llevó a la tumba. De una cosa no cabe duda: si los crímenes guardan relación con el contenido de la carpeta, el asesino mató a Karayorgui para que dejara de investigar y quitó de enmedio a Kostaraku para arrebatarle la carpeta. Pero si tanto deseaba encontrarla, ¿por qué no registró también la casa de Karayorgui? A lo mejor no le dio tiempo. O tal vez sólo descubrió a posteriori que la carpeta contenía datos incriminatorios y decidió apoderarse de ella.
Tengo unas ganas terribles de ordenar a Sotiris que empiece a investigar, pero me contengo. Será mejor entregar la carpeta a Guikas. Que decida él. Debería alegrarme, porque los acontecimientos siguen ahora un cauce distinto y me parece que acabaré por salir bien librado de este asunto.
Cuando casi he llegado al final me topo con un separador, delgado y de color azul claro, como los que usan los abogados. En cuanto lo abro, mi mano queda en suspenso con la punta de cartón entre los dedos y me quedo de piedra al ver el contenido. Son fotocopias de informes policiales, algunos nuestros y otros de distintas comisarías, que de alguna forma han llegado hasta aquí. El primero alude a la desaparición, en 1990, de dos bebés de la sección de maternidad de un hospital. Una de las enfermeras fue acusada, pero no se pudo probar nada contra ella y el caso se archivó. El segundo trata del caso de unos búlgaros que intentaron cruzar la frontera clandestinamente en marzo de 1991, ocultos en un camión procedente de Salónica; pero fueron descubiertos y los mandaron de vuelta a Bulgaria. Entre ellos había cuatro mujeres con sus bebés. Este punto del informe había sido subrayado en rojo, probablemente por la propia Karayorgui. La carpeta contiene seis informes más, todos relacionados con desapariciones o tráfico de niños, y todos archivados. El más reciente es el mío, el que escribí sobre los albaneses asesinados y las quinientas mil dracmas halladas en su cisterna del váter. También esto aparece subrayado en rojo.
Ahora entiendo por qué Karayorgui no dejaba de preguntarme si los albaneses tenían hijos. Creía que su muerte guardaba relación con el tráfico o con el secuestro de bebés y pretendía encaminarme en esa dirección. Me apoyo en el respaldo, cierro los ojos y trato de evocar su imagen. Una mujer misteriosa. Tenía a Petratos como amante y lo despreciaba. En cambio confiaba en mí, aun sabiendo que me resultaba antipática, y en Kostaraku, a quien le sobraban razones para odiarla.
La «N» no corresponde a Petratos. Estoy casi seguro de que la muestra de escritura no encajará. El «N» desconocido es el que andaba buscando la carpeta y la amenazaba. La revelación tenía que ver sin duda con todo esto. ¿Quién le proporcionaba la información de nuestros archivos? ¿A quién sobornaba? Conozco muy bien todas las consecuencias y no quiero cargar con más responsabilidades. Mis points están al mismo nivel que mi cuenta corriente. Levanto el auricular y pido a Kula que me ponga con Guikas.
En vez de los buenos días, me saluda con un seco «sí».
—Tengo que verlo enseguida.
—Estoy ocupado. Si se trata de tu informe, házmelo llegar.
—No se trata de mi informe. Es algo mucho más grave.
—¿Guarda relación con el caso?
—Sí, pero también con nosotros. Alguien facilitaba a Karayorgui información de nuestros archivos.
Se lo piensa un momento.
—Sube —me dice, y cuelga el teléfono.
Recojo la carpeta de Karayorgui, la meto en la bolsa de plástico de Antonakaki y salgo del despacho.