Agradecimientos

Deseo dar las gracias afectuosamente a Marie-Charlotte d’Espouy, Laurence Tardieu e Yves Léon, que, con su intervención conjunta, consiguieron salvar a Brodeck de la noche informática.

Permítaseme también asociar este libro a varias personas que fueron importantes para mí en diversos momentos de mi vida y, desaparecidas durante los dos años de elaboración de la novela, acompañaron mi pensamiento y su andadura: Marie-Claude de Brunhoff, Laurent Bonelli, Marc Vilrouge, René Laubiès, Jean-Christophe Lafaille, Patrick Berhault y Jacques Villeret.

Gracias, por último, a todo el equipo de Stock, que, dirigido por Jean-Marc Roberts, me muestra confianza y amistad, y a Michaela Heinz, lectora fiel de allende el Rin e inestimable consejera.