11 de febrero de 1910

—Un milagro, según el matasanos —le dijo Bridget a la señora Glover mientras celebraban la llegada del bebé ante el té de la mañana.

Por lo que a la señora Glover concernía, los milagros eran propios de la Biblia, no de la carnicería del parto.

—A lo mejor se planta en tres —comentó.

—¿Y por qué va a hacer eso cuando tiene bebés tan preciosos y sanos y en la casa hay dinero para todo lo que quieran?

Ignorando semejante argumento, la señora Glover se levantó de la mesa.

—Bueno, tengo que prepararle el desayuno a la señora Todd.

Cogió un cuenco con riñones que había dejado en remojo en leche en la despensa y empezó a quitarles la grasienta capa blanca como si fuera un saco amniótico. Bridget observó la leche blanca veteada de rojo y sintió una inusitada aprensión.

Antes de irse, el doctor Fellowes ya había desayunado, a base de panceta, morcilla, pan frito y huevos. Llegaron unos hombres del pueblo para intentar sacar su coche a golpes de pala, y como no lo lograron, alguien corrió en busca de George, que acudió al rescate a lomos de uno de sus enormes percherones. En los pensamientos de la señora Glover apareció brevemente san Jorge, pero la imagen volvió a esfumarse por ser demasiado descabellada. Con considerables dificultades, izaron al doctor Fellowes para montarlo tras el hijo de la señora Glover y ambos partieron a lomos del caballo levantando nieve, no tierra.

Un toro había pisoteado a un granjero, pero el hombre aún estaba vivo. Al padre de la señora Glover, un lechero, lo había matado una vaca. La señora Glover, que era joven y valiente y aún tenía que conocer al señor Glover, encontró a su padre muerto en el cobertizo para ordeñar. Aún vio la sangre en la paja y la expresión de sorpresa en la cara de la vaca, la favorita de su padre, Maisie.

Bridget se calentó las manos en la tetera.

—Bueno, será mejor que me ocupe de mis riñones. Ve a buscarme una flor para la bandeja del desayuno de la señora Todd.

—¿Una flor? —preguntó una desconcertada Bridget mirando la nieve a través de la ventana—. ¿Con este tiempo?