NOTA DEL AUTOR

Estimado lector:

La novela que acabas de leer es una obra de ficción. Ahora vendría todo ese rollo de que cualquier parecido con la realidad es pura casualidad, pero es así solo en parte.

Si has sentido curiosidad en algún momento durante su lectura, tal vez ahora ya sepas que existe el Pozo Superprofundo de Kola, en Rusia (quizá ya lo sabías de antemano), en el que realmente se alcanzaron más de 12 kilómetros de profundidad. Llegados a ese punto, los responsables tuvieron que detenerse sin lograr el objetivo de traspasar la corteza terrestre (14,4 kilómetros). También es cierto que existe una leyenda urbana que lleva años difundiéndose desde diferentes medios, conocida como el «Pozo del Infierno», y una grabación de audio de origen incierto y muy poco creíble, en la que se puede escuchar lo que se supone que son gritos de los condenados en el Infierno. Obviamente, esto no es más que un bulo al que se dio alas desde algunos sectores religiosos, pretendiendo venderlo como la prueba irrefutable de la existencia de un infierno literal, lo que conllevaría que también habría un Cielo.

Por otra parte, no existe la ciudad de Lantana ni el desierto de Perlada. Estos parajes son una invención a la que ya recurrí en algunos de mis relatos. Su concepción se remonta al año 2007, cuando colgaba mis primeros textos en algunas páginas web de literatura amateur. Por entonces escribí un relato corto titulado «Chispas», al que se hace alusión durante el desarrollo de esta novela.

También quiero señalar que cuando estaba planificando la trama de Lantana: donde nace el instinto, decidí documentarme en profundidad sobre los aspectos técnicos que rodean a una prospección de esta envergadura, ya que mi idea inicial era hacer creíble que los investigadores hubieran perforado esos 14,4 kilómetros en un terreno sin relieve, hasta traspasar la corteza terrestre. Esto no es posible, lo descubrí al poco de empezar a leer los manuales de ingeniería que mi mujer me iba pasando, con lo que todo lo que Basilio Figueroa le explica a Nacho es mentira. No existe una maquinaria capaz de soportar las temperaturas extremas que se encuentran a partir de los 12 kilómetros de profundidad, hoy por hoy es inviable, y tampoco el pozo y las instalaciones serían como describo en la novela. Pero, como decía al principio de esta nota, esto es una obra de ficción. Podría haberme inventado de inicio el proceso, echando mano de todo tipo de licencias creativas, y ahorrarme las largas horas de documentación, pero, en mi opinión, es necesario conocer la ver dad para poder saltarse la lógica con conocimiento de causa y perpetrar la mentira.

Espero que sepas disculparme por este pequeño engaño.

Por otra parte, si has llegado hasta esta novela después de leer Instinto de superviviente, ya te habrás dado cuenta de que los sucesos de Lantana fueron el detonante del holocausto zombi narrado en ella, aunque las tramas de ambas novelas son completamente independientes. Es decir, que tampoco importa el orden en que se lean, al ser autoconclusivas.

Ha llegado la hora de hacer confluir ambas novelas en una tercera y conocer el destino de esos personajes que se dirigen hacia la isla Simetría: por un lado, Víctor, Loreto, Elena y el pequeño Damián (de Instinto de superviviente), y por otro Nilo y Mila (de Lantana: donde nace el instinto). Te aseguro que valdrá la pena continuar este viaje por mar; quedan muchas sorpresas por descubrir.

Nos vemos en Simetría.