Octubre de 2007

Theo tiene trece años y se encuentra bien tanto física como mentalmente. Si ustedes en algún momento no se acuerdan del nombre de alguien a quien mencionaron en las noticias hace cinco días, lo mejor será que le pregunten a él. Aunque se trate de un político azerbaiyano de tercera clase; Theo lo registra todo. Mirándole la cabeza desde fuera, a uno le da por pensar si ahí adentro puede haber sitio para tanta memoria.

Si quieren verlo, por favor, vengan a un partido cuando juegue en casa el SC Mauerbach. Las posibilidades de que Theo se dedique al fútbol se mantienen intactas. Aparte de eso, la escuela le mantiene bastante ocupado. (Si afirmara que es un alumno modelo, más adelante tendría que escribir una enmienda. La verdad es más bien: Theo es un buen alumno normal).

Bien. Ahora nos vamos a retirar de la exposición pública. (Mejor dicho: yo a él). La decisión no tiene que ver tanto con Theo como conmigo. Él ya hace tiempo que calmó mi ambición. El retrato de Theo ya es una institución independiente; el auténtico Theo ha logrado zafarse de ese personaje artificial, es mucho más misterioso de lo que se cree, demasiado serio y profundo para crear espectáculo y mostrarse en un escaparate, demasiado único para acabar convertido en una máquina que mide el tiempo y personifica una época. Theo ha desarrollado su propia personalidad, una personalidad privada a la que nada se le ha perdido entre estas líneas. Ya hay demasiadas personas que nos están irritando con su presencia y dominancia en los medios; y Theo no quiere ser uno de ellos. Si en algún momento tiene algo que decir, él mismo tomará la iniciativa. Y si yo puedo actuar como transmisor de sus palabras, lo haré con mucho gusto.