PREFACIO

Los hijos de mis vecinos están convencidos de que tengo una máquina del tiempo en el garaje. Hasta mis colegas se comportan a veces como si así fuera. En cierta ocasión, el astrofísico Tod Lauer me envió una carta formal invitándome a dar una conferencia sobre viajes en el tiempo en el Observatorio Nacional de Kitt Peak, Envió su invitación seis meses después de que yo hubiera dado la conferencia. La carta decía que supuestamente yo no tendría problemas en volver al pasado y realizar mi alocución puesto que yo era un experto en los viajes en el tiempo. En otra ocasión, en una convención cosmológica en California aparecí vistiendo una sudadera de color turquesa, que supuse resultaría adecuada en el distendido ambiente californiano. Bob Kirshner, que por aquel entonces pertenecía al Departamento de Astronomía de Harvard, se acercó y me dijo: «Richard, llevas la “chaqueta del futuro”; has debido de conseguirla en el futuro y traerla aquí, porque ese color ¡no ha sido inventado todavía!». Desde entonces, siempre que doy conferencias sobre viajes en el tiempo llevo esa sudadera.

El viaje a través del tiempo es ciertamente uno de los temas más divertidos de la física, pero tiene también su lado serio. Hay gente que me ha llamado para informarse sobre los últimos avances en este campo con la intención de regresar al pasado y rescatar a un ser querido muerto en trágicas circunstancias. Mi actitud ante esas personas es de absoluto respeto. En parte he escrito este libro para tratar de contestar sus preguntas. Una de las razones por las que el viaje en el tiempo resulta tan fascinante es precisamente el hecho de que sintamos deseos de realizarlo.

Los físicos que, como yo, investigamos sobre tales viajes no estamos en la actualidad a punto de patentar una máquina del tiempo, ni mucho menos, pero analizamos si su construcción sería posible, en principio, según las leyes de la física. El planteamiento ha atraído a algunas de las mentes más preclaras: Einstein demostró que el viaje hacia el futuro era posible, y con ello inició la discusión. Tanto Kurt Gödel como Kip Thorne y Stephen Hawking se han preguntado si era posible viajar al pasado. La respuesta a la cuestión nos proporcionaría a la vez nuevas ideas sobre cómo funciona el universo y posiblemente, la clave de cómo comenzó.

Este libro es un relato personal y no un tratado científico. El lector puede imaginarme como un guía que le ayuda a llegar hasta la cumbre del Everest. En ocasiones la ascensión es ardua, y otras veces no tanto, pero me comprometo a subir por la ruta más fácil. Es un sendero de ideas que conozco bien y parte del cual yo mismo he allanado. A lo largo de este camino nos cruzaremos con los trabajos de algunos de mis colegas. He mencionado a muchos de ellos para que el lector tenga una idea de quiénes son los pioneros en estos terrenos. También he subrayado algunas contribuciones y, en cambio, de otras sólo he hecho una breve mención —en secuencia no siempre cronológica—, según el papel que desempeñan en mi historia. Pido anticipadamente disculpas a todos aquellos cuyos trabajos no he mencionado pero que, siendo también importantes, han seguido un camino diferente hacia la cima.

Comenzaremos nuestra aventura desde el campamento base: el propio sueño del viaje en el tiempo y las profecías de H. G. Wells.