Como todos los métodos propuestos tienen sus inconvenientes, consideremos una idea más para comunicarnos con el pasado: los taquiones, unas hipotéticas partículas que se mueven a una velocidad superior a la de la luz.
Pero bueno, ¿no habíamos quedado en que nada puede viajar más deprisa que ella?[27] Es cierto, las partículas normales como esas de las que estamos hechos (protones, neutrones y electrones) han de moverse más despacio que la luz; en caso contrario, violaríamos el postulado de Einstein de que todos los observadores deben poder considerarse a ellos mismos en reposo. Y los fotones siempre viajan a la velocidad de la luz a través del vacío.
Pero imaginemos, como hicieron los físicos S. Tanaka, O. M. P. Bilaniuk, V. K. Deshpande y E. C. G. Sudarshan a comienzos de los años sesenta, una partícula que viajara siempre más deprisa que la luz. El físico estadounidense Gerald Feinberg la denominó taquión, del griego tachys, que significa «veloz». Dado que los taquiones pueden adelantar a los rayos de luz tanto a la ida como a la vuelta, con la ayuda de un astronauta amigo podríamos utilizar taquiones para enviar una señal a nuestro propio pasado. Esa era la idea básica que Gregory Benford desarrollaba en su relato de ciencia-ficción Cronopaisaje, de 1980. ¿Funcionaría en la realidad?
Los taquiones pueden ser compatibles con la relatividad especial, pero en las ecuaciones de la relatividad general dan lugar a dilemas. Un taquión tendría que verse acompañado de ondas gravitatorias al igual que un avión que supera la velocidad del sonido produce un estampido sónico.[28]
En 1974, utilizando conjuntamente un resultado obtenido en 1972 por F. C. Jones y mi propia solución de las ecuaciones de campo de Einstein para un taquión en un contexto diferente, llegué a la conclusión de que un taquión debería emitir un cono de radiación gravitatoria como si dejara una estela tras él. La emisión haría que el taquión perdiera energía y, debido a la peculiar naturaleza de la partícula, se acelerara, alcanzando velocidades aún más altas. Siguiendo el punto de vista de Jones, la línea de universo del taquión a través del espacio-tiempo adoptaría la forma de un amplio arco. Contemplaríamos las dos ramas ascendentes del arco como un taquión y un antitaquión aproximándose el uno al otro a una velocidad superior a la de la luz, moviéndose cada vez más deprisa a medida que se acercaran, hasta finalmente alcanzar una velocidad infinita al colisionar y aniquilarse mutuamente en lo alto del arco. Debido a esa curvatura en su línea de universo, los taquiones estarían la mayor parte del tiempo moviéndose a una velocidad apenas superior a la de la luz, con lo que no podrían ser empleados para enviar energía o información más deprisa que la luz más allá de una distancia microscópica.[29]