En ocasiones la ciencia-ficción provoca directamente una investigación científica. En 1985, Carl Sagan estaba escribiendo una novela de ciencia-ficción titulada Contact (posteriormente llevada al cine en una película protagonizada por Jodie Foster). Sagan pretendía que su heroína cayera en un pequeño agujero negro ubicado en la Tierra y saliera despedida de otro agujero negro en un punto muy lejano del espacio. Para ello, pidió a su amigo el profesor Kip Thorne que comprobara si su hipótesis de ficción violaba alguna ley física. Thome replicó que lo que Sagan quería era un agujero de gusano —un túnel espaciotemporal— que conectara dos lugares. A raíz de ello, Thorne se interesó por la física de los agujeros de gusano y, junto con sus colegas, mostró cómo podrían ser usados para viajar al pasado.
Sagan quería presentar, de un modo dramático, las profundas consecuencias del contacto con una civilización extraterrestre. En la película, Jodie Foster interpreta el papel de una investigadora del equipo SETI (búsqueda de inteligencia extraterrestre) que detecta una señal de radio mientras examinaba la estrella Vega. La protagonista comunica el hecho a un colega australiano, quien también detecta la señal con su radiotelescopio. Tras la confirmación, su ayudante pregunta: «¿Y ahora, a quién se lo decimos?». «A todo el mundo», replica Foster. En poco tiempo se hallan implicados desde la CNN hasta el presidente de Estados Unidos. La señal parece corresponder a una emisión de televisión, por lo que Foster la introduce en un monitor. Se trata de una secuencia en la que Hitler arenga a una concentración de nazis. ¿Nazis en Vega? No, los eventuales habitantes de la estrella se limitan a reenviar una señal de televisión recibida desde la Tierra: una primera transmisión realizada en 1936. Vega está a veintiséis años luz, con lo que la señal de televisión —que viaja a la velocidad de la luz— ha tardado ese tiempo en alcanzar dicha estrella. Cuando los veganos recibieron la transmisión, dedujeron la presencia de vida inteligente en nuestro planeta (qué primera impresión más nefasta se debieron de llevar). Los veganos imaginaron que reconoceríamos enseguida nuestra propia señal, lo que la hacía ideal para anunciarnos su propia presencia; así pues, la reprodujeron y la enviaron de vuelta. La respuesta tardó otros veintiséis años en llegar a la Tierra, en 1988. Entrelazadas con los fotogramas de la transmisión televisiva, se detecta una segunda serie de imágenes que resultan ser un conjunto de planos que, al parecer, describen la construcción de una especie de nave espacial, una esfera capaz de alojar en su interior a una persona.
¿Deben construir el artefacto? La cuestión provoca un fuerte debate: en lugar de una nave espacial podría tratarse de una bomba capaz de destruir nuestro planeta. Finalmente se supone que los extraterrestres tienen buenas intenciones y la nave es fabricada de acuerdo con los planos. Jodie Foster se convierte en la astronauta. Una vez en el interior, la puerta se cierra y… ¡bang! Se crea un agujero de gusano que conecta directamente con un lugar situado en las proximidades de Vega. La nave cae a través del agujero y emerge cerca de esa estrella. Foster contempla durante unos instantes el sistema estelar vegano y, seguidamente, es catapultada a través de otro agujero de gusano para dirigirse al encuentro de un enviado de Vega que adopta la apariencia del padre de la astronauta. El regreso a la Tierra se produce por el camino inverso; asombrada, Foster se da cuenta de que ha retornado exactamente al instante de partida. Cuando abandona la nave encuentra a sus colegas preguntándose qué es lo que había fallado. Según Foster, el viaje había durado dieciocho horas, mientras que para los demás la nave nunca había partido. Muchos expertos se niegan a creer su relato. No obstante, al final de la película el consejero de seguridad presidencial afirma haber observado algo: aunque la videocámara que Foster llevaba acoplada no había registrado imagen alguna que pudiera corroborar su historia, sí había grabado exactamente dieciocho horas de señales espúreas. De este modo se da cuenta de que ella estuvo realmente en alguna parte, sin embargo decide mantener la evidencia en secreto.
Con la trama básica de su novela en la mano, Sagan le preguntó a Kip Thorne silos agujeros de gusano permitirían realmente que la línea argumental fuera posible, aunque, por supuesto, se requiriera una tecnología enormemente avanzada. Los agujeros de gusano conectados a agujeros negros habían sido ya tema de discusión en la literatura científica. El problema consistía en que un agujero de gusano se evaporaba tan deprisa que nunca habría tiempo suficiente para que una nave espacial pudiera recorrerlo de un extremo a otro sin resultar aplastada. Mp y sus colegas idearon entonces un modo físicamente lógico de mantener el agujero abierto mediante materia «exótica» (en términos profanos, materia que pesa menos que la nada) para poder viajar a través de él sin perecer triturado. Fue así como hicieron un fascinante descubrimiento: una manera de manipular los dos extremos del agujero de gusano que permitía al personaje encarnado por Jodie Foster no sólo regresar al momento exacto de partida, sino incluso volver más atrás. Se trataba, pues, de una máquina del tiempo que permitía viajar al pasado. Thorne y sus colegas publicaron sus investigaciones en la importante revista Physical Review Letters, en 1988, y con ello despertaron un nuevo interés por los viajes en el tiempo.