Cronopaisaje y la teoría de los universos múltiples

Examinemos en primer lugar la alternativa radical. Tiene que ver con la mecánica cuántica, esa rama de la física desarrollada a principios del siglo XX para explicar el comportamiento de los átomos y las moléculas. La mecánica cuántica señala que las partículas tienen naturaleza ondulatoria y que las ondas tienen naturaleza corpuscular. Su tópico más destacado es el principio de incertidumbre de Heisenberg, por el cual no podemos establecer simultáneamente la posición y la velocidad de una partícula con precisión arbitraria. Esta indeterminación, aunque despreciable en el mundo macroscópico, es trascendental a escala atómica. La mecánica cuántica explica el modo en que los átomos emiten o absorben luz en ciertas longitudes de onda cuando los electrones saltan de un nivel de energía a otro. La naturaleza ondulatoria de las partículas da lugar a fenómenos inusuales, tales como el denominado efecto túnel cuántico, por el cual un núcleo de helio puede saltar de repente desde un núcleo de uranio y causar su desintegración radiactiva. La resolución de las ecuaciones cuánticas de onda permite establecer la probabilidad de encontrar una partícula en distintos lugares. En una de las interpretaciones, esta línea argumental conduce a la teoría de los universos múltiples de la mecánica cuántica, según la cual existe un mundo paralelo por cada uno de esos lugares en los que la partícula es detectada. Muchos físicos opinan que esta interpretación es un añadido innecesario a la teoría, pero algunos de los que trabajan en las fronteras de la teoría cuántica se toman en serio la idea de los universos múltiples y sus consecuencias.

En este marco, el universo no contendría una única historia del mundo, sino muchas en paralelo. Experimentar una de esas historias, como en la práctica hacemos, es similar a viajar cuesta abajo en un tren que va del pasado al futuro. A modo de pasajeros, contemplamos la sucesión de los acontecimientos como si fueran estaciones situadas a lo largo de la vía, dejamos atrás el Imperio romano, la segunda guerra mundial o a unos hombres pisando la Luna. Pero el universo podría ser como un gigantesco patio de maniobras, con muchas vías entrelazadas. Junto a la nuestra hay una vía en la que la segunda guerra mundial nunca tuvo lugar. El tren está encontrando constantemente cambios de vía en los que puede tomar cualquiera de las bifurcaciones. Antes de la segunda guerra mundial pudo haber existido un momento en el que Hitler estuviera a punto de ser asesinado, lo que conduciría el tren a la vía en la que dicha guerra no ocurrió. Según la teoría de los universos múltiples, cada vez que se registra una observación o se toma una decisión, se produce una bifurcación en la vía. No tiene por qué tratarse de una observación o decisión humana; hasta un electrón en un átomo, al cambiar de un nivel de energía a otro, puede dar origen a una ramificación.

Siempre en ese escenario, y según el físico David Deutsch, de la Universidad de Oxford, un viajero del tiempo podría volver al pasado y matar a su abuela cuando todavía era joven. Esto haría que el universo se desviara hacia una rama diferente, en la que habría un viajero del tiempo y una abuela muerta. El universo en el que la abuela vive y da a luz a una mujer que, a su vez, alumbra al viajero del tiempo —el universo que recordamos— existiría aún; sería el universo de procedencia del viajero. Este simplemente se habría movido a un universo distinto, donde participaría en una historia diferente.

Todas estas ideas se hallan muy bien ilustradas en la novela de ciencia-ficción de Gregory Benford Cronopaisaje, ganadora del Premio Nebula en 1980. La historia sucede en el año 1998; su protagonista emplea un haz de taquiones —una partícula hipotética cuya velocidad es superior a la de la luz— para enviar una señal a 1963 y advertir a los científicos sobre una catástrofe ecológica que hará que el mundo quede sumergido en 1998.

La novela atrajo mi atención porque cita uno de mis artículos publicado en 1974. El protagonista lee ese artículo durante un viaje en avión en 1998 y encuentra en él la clave para la construcción de su transmisor de taquiones. En las palabras de Benford, el héroe «revolvió su maletín en busca del artículo de Gott que Cathy le había conseguido. Ahí estaba: “Una cosmología de taquiones, de materia y antimateria, simétrica en el tiempo”. Todo un nuevo mundo por explorar. Y las soluciones de Gott se hallaban allí, iluminando la página» (¡ya me gustaría que todos mis artículos fueran tan esclarecedores como afirma Benford!).

La alarma es recibida a finales de 1963 y los científicos comienzan a actuar conforme a ella. Conocen la teoría de los universos múltiples de la mecánica cuántica y, al exponer públicamente su advertencia sobre el futuro desastre ecológico, contribuyen a evitarlo haciendo que el universo transcurra por un camino alternativo. Incidentalmente, en ese universo paralelo el presidente Kennedy sólo resulta herido, en lugar de asesinado, en el atentado de Dallas.

Por supuesto se trata sólo de una obra de ficción. ¿O no? Tal vez exista algún universo paralelo en el que todo sucede como describe el libro.

¿Por qué hay gente convencida de que existe un infinito número de universos paralelos que desarrollan todas las historias posibles del mundo, a pesar de que observemos realmente sólo una de esas historias? El famoso físico del Instituto Tecnológico de California (Caltech), Richard Feynman, decía que, en general, si quisiéramos calcular la probabilidad de obtener cierto resultado, deberíamos considerar todas las posibles historias del mundo que podrían conducirnos hasta él. Así que, quizá, todas las historias del mundo sean reales.

A todo el que espere hallar algún día una máquina del tiempo que le permita volver al pasado y rescatar a un ser querido, lo más consolador que puedo decirle es que, hasta donde hoy sabemos, sólo sería posible si la teoría de los universos múltiples fuera correcta. En caso de ser así, entonces existe un universo paralelo en el que su ser querido se encuentra bien en la actualidad. Simplemente nosotros estamos en el universo equivocado.