REAL COMISARÍA DE MONTELUSA
El comisario
Al teniente
Gesualdo Lanza-Turò
Puesto de los RR CC
Vigàta
Montelusa, 13 de enero de 1892
El comendador Corrado Parrinello, prefecto interino de Montelusa, me ha remitido amablemente una copia de su última nota informativa, debida a su personal iniciativa, inherente al señor Filippo Genuardi, comerciante de Vigàta.
En esta nota informativa usted asume una posición contraria a la que resulta del informe que me ha enviado la Delegación de Policía de Vigàta.
Debido a la específica solicitud del comendador Parrinello, y por mi personal necesidad de certezas, he requerido nuevas indagaciones al delegado de policía de Vigàta, Antonio Spinoso, haciéndole al mismo tiempo presente las gravísimas sanciones en las cuales habría podido incurrir si se verificaran, en su informe, argumentaciones falaces o deducciones aproximativas. Le transcribo, sin comentarios, la nota que me ha enviado el delegado Spinoso, que asume plena responsabilidad de ella.
«Del informe redactado por el agente Felice Mortillaro, al que se había encomendado la tarea de seguir discretamente los movimientos de los tres alborotadores (Rosario Garibaldi Bosco, Carlo dell’Avalle y Alfredo Casati) durante su permanencia en Vigàta, resulta que ellos se dirigían de común acuerdo, a las 12 horas del día 20 de enero del año pasado, al inmueble de Via Cavour distinguido con el número municipal de 20 (veinte). En aquella fecha la señora Antonietta Verderame, tía materna de Rosario Garibaldi Bosco, que vivía allí, se encontraba ausente en tanto ingresada en el Hospital Municipal de Montelusa. Ignorante de esto, Garibaldi Bosco golpeaba repetidamente la puerta de Verderame sin obtener respuesta alguna. Atraída por el estrépito (como declaró al agente Mortillaro, que la interrogó al respecto), la señora Edelmira Posacane, madre de Filippo Genuardi, abría la puerta de su vivienda y, desde el descansillo inferior, preguntaba la razón del bullicio. En respuesta, un hombre alto, grueso y barbudo, de fuerte acento catanés, con una cicatriz en la nariz (no hay quien en ellos no reconozca los peculiares rasgos de Garibaldi Bosco) aseguraba a la señora Posacane que había venido a ver a la señora Antonietta Verderame. Posacane informaba del imprevisto ingreso en Montelusa y luego los tres, después de haber agradecido y saludado, se alejaban.»
¿Usted tiene algo que oponer a tan minuciosa reconstrucción de los hechos? Por la debida lealtad le advierto que he informado a su superior, el general Carlo Alberto di Saint-Pierre, comandante del Arma de los Reales Carabineros de Sicilia, sobre su inexplicable persecución (que no puede definirse de otro modo) contra un ciudadano cualquiera como Genuardi.
El comisario
Monterchi