E
(Delegado—Comisario)
—Discúlpeme, señor comisario, si vengo a molestarlo en su casa. Quería saludarlo, hoy, después de almorzar, me marcho.
—Pase, pase, Spinoso. Como ve, también yo estoy a punto de partir. Dejo Montelusa con anticipación, me voy a pasar algunos días en Sondalo, donde mi única hija, que está casada y vive allí. El aire es bueno.
—No sabía que tenía una hija.
—Si es por eso, también tengo un nietecito de dos años al que aún no conozco.
—¡Virgen santa, cuántos libros! ¡Tiene una habitación llena! ¿Los deja en Montelusa?
—Un amigo mío de aquí se ocupará de expedírmelos a Nuoro poco a poco.
—Señor comisario, ¿quiere saber algo divertido?
—¿Aún hay cosas divertidas en este pueblo?
—Ésta lo es. En el Ministerio no saben geografía. No conocen dónde se encuentra Nughedu.
—¿Y dónde se encuentra?
—A pocos kilómetros de Nuoro. Estaré bajo su mando. Es un buen consuelo para mí.
—También para mí. Discúlpeme, está sonando el teléfono. ¿Diga? Sí, soy yo. No, no molesta, dígame. ¿Ah, sí? ¡Increíble! Se lo agradezco. Luego pasaré a saludarlos a todos. Adiós. Gracias.
—Me voy, señor comisario.
—Delegado, ¿quiere saber algo divertido?
—¿Aún hay cosas divertidas en este pueblo?
—Me telefoneaban de la Comisaría. Acaban de saber que el prefecto Marascianno, de vuelta al servicio, ha sido trasladado a Palermo en funciones de coordinador del trabajo de todos los prefectos de la isla. ¿No se ríe?
—No, señor comisario. Lo saludo.
—¿Qué hace? ¿Me da la mano? Venga aquí, Spinoso. Abracémonos.