Il Precursore
Periódico político diario
Dir. G. Oddo Bonafede
28 de julio de 1892
NUEVOS DETALLES SOBRE LA BOMBA DE VIGÀTA
La señora Lillina Lo Re, esposa en segundas nupcias del señor Emanuele Schilirò, fallecido ayer junto con su yerno Filippo Genuardi por el estallido accidental de una bomba en el almacén de maderas que Genuardi tenía en Vigàta, ha declarado a nuestro corresponsal, señor Empedocle Culicchia: «Ayer por la mañana, apenas después de las ocho y media, sonó el teléfono que precisamente ayer había sido instalado entre el almacén del yerno de mi marido y nuestra casa. Era Genuardi que me pedía noticias de su suegro. En efecto, desde hacía una semana mi pobre marido estaba agitado y alterado, no sabemos por qué, ¡como si presintiera su trágico fin!». Aquí la señora debió interrumpirse porque desgarradores sollozos le impedían hablar. Fatigosamente recuperada, continuó: «Yo le respondí que mi marido, aun cuando no se sentía del todo bien, había salido como de costumbre a las siete y media para dirigirse a su trabajo. Estaba a punto de colgar cuando oí palabras entrecortadas y confusas seguidas por dos estallidos, que me parecieron disparos. Preocupada, me vestí de prisa y tomé el camino hacia Vigàta, dado que nuestra villa se encuentra en el campo. En un momento dado, me encontré con Gaetanina, hija de mi marido y esposa de Genuardi, que venía a pedir noticias sobre la salud de su padre. Yo le dije todo lo que había oído por teléfono. Decidimos volver a casa e intentar telefonear otra vez al almacén. No respondió nadie. Espantadas, corrimos hacia el pueblo y llegamos cuando la tragedia ya se había producido».
El comandante del Puesto de los RR CC de Vigàta, Ilario Lanza-Scocca, tuvo la cortesía de exponer a nuestro corresponsal su personal versión sobre los hechos.
«Cuanto ha declarado la esposa de Schilirò responde a la verdad. De algún modo, el señor Schilirò se había enterado, con zozobra, de las actividades subversivas de su yerno. Ciudadano ejemplar, hombre de orden, Schilirò debió de sufrir como una afrenta para sí y para su honorable familia el hecho de que un subversivo, como una viscosa serpiente, se hubiera metido entre sus muros domésticos. Y empezó a vigilarlo, instando para que hiciera lo mismo a Calogero Jacono, su allegado, pero que prestaba servicios como mozo en el almacén de Genuardi. Ayer por la mañana, Jacono, que había recibido de Genuardi la orden de alejarse y de cerrar el portón del almacén, no obedeció y lo dejó abierto, permitiendo así que el pobre Schilirò entrara sin ser visto. ¡Y así se percató, con horror, de que su yerno estaba preparando una bomba! Dejándose ver, amenazó a Genuardi con un revólver, pero el siniestro individuo lo atacó. En legítima defensa, Schilirò debió de abrir fuego y después, loco de vergüenza, volvió el arma contra sí mismo.»
Nuestro corresponsal Empedocle Culicchia preguntó entonces al brillante oficial cómo explicaba que la explosión se hubiera producido unos diez minutos después de los disparos.
«El pobre Schilirò —explicó el teniente Lanza-Scocca—, se suicidó convencido de que había matado en el acto a Genuardi. Pero éste no había muerto (¡las serpientes son duras de pelar!) y desesperadamente intentó ocultar el artefacto. En caso de supervivencia habría podido alegar mil y una razones para el tiroteo, echándole toda la culpa a su suegro. Pero al estar gravemente herido, debió de manipular incorrectamente la bomba, haciéndola explotar. Esto explica el lapso de tiempo entre los disparos y la explosión.»
Las indagaciones de los RR CC de Vigàta continúan.