B

(Pulitanò—Pippo—Don Nenè)

—Señor Genuardi, ¡todo en orden! ¡En veinte días, todo hecho! Si usted quiere, podemos hacer las pruebas.

—¿A esta hora? Estaba cerrando el almacén…

—¡Es sólo un minuto!

—Y además, mire, ya es de noche, quizá en casa de mi suegro estén cenando, no querría molestar…

—Señor Genuardi, el hecho es que yo debería coger el último tren para Palermo. Mañana por la mañana tengo una cita importante en la oficina.

—Está bien, hagamos esa prueba.

—Observe. Primero hay que levantar el receptor de la horquilla y llevárselo a la oreja, mientras con la otra mano se hace girar tres o cuatro veces la manivela. Acuérdese de que hay que hablar en voz un poco alta, con la boca casi pegada al auricular. Están respondiendo, acérquese a mí, que así escucha también usted. ¿Diga?

—Diga.

—¿Está el señor Schilirò?

—Sí.

—Estoy probando la línea, señor Schilirò. ¿Me oye alto y claro?

—Sí.

—Yo también. Escuche, señor Schilirò, debería hacerme un favor. Cuelgue y vuelva a llamar aquí, al almacén de su yerno. Quiero probar la recepción, señor Schilirò. Aquí está, ¿escucha? Suena. ¿Diga?

—Diga.

—Funciona muy bien. ¿Quiere hablar con su yerno, señor Schilirò?

—No.

—Entonces está bien así, buenas noches. Señor Genuardi, desde este momento la línea telefónica está a su disposición. Le agradezco todas las atenciones…

—¿Qué hace, topógrafo Pulitanò? ¿Se escapa? Primero vamos a hacer una gran comilona de pescado fresquísimo. Hay tiempo para coger el último tren.