E
(Pippo—Taninè)
—¡Qué mañana! ¡Qué mañana, Taninè! ¡Tengo ganas de bailar de la alegría!
—Sí, Pippu, entretanto come y cuéntamelo todo.
—Esta mañana, temprano, me entregaron dos cartas… pásame la sal… Una venía de Nueva York y la otra era de los herederos Zappalà. ¡Me dan la autorización, Taninè! ¡Ahora puedo colocar los postes para la línea telefónica con tu padre!
—Pero ¿cómo se persuadieron?
—¡Pues…! Tal vez porque estuve en chirona siendo inocente. Y entonces han sentido compasión, ¡vete a saber!
—Escucha, por curiosidad: ¿cuánto te costó el abogado Rusotto? Desde luego que ha estado muy bien.
—¿Rusotto? ¿Quieres saber una cosa? Rusotto no me costó nada. Cuando le pregunté: «Abogado, ¿cuánto le debo por la molestia?», ¿sabes qué me respondió?: «Yo estoy en contra de la injusticia y por tanto a los inocentes los defiendo gratis».
—Es un santo. Pippuzzo, ahora tenemos que pensar en cómo le pediremos a mi padre el dinero para la línea de teléfono.
—No necesito el dinero de tu padre, Taninè. Esta misma mañana se presentó en el almacén el representante de la Fondiaria Assicurazioni. Me dijo que me pagarán los daños del velocípedo dentro de un mes, como máximo.
—¡Gracias, Señor!
—Taninè, te quería decir que pasado mañana salgo para Fela. Reanudo mis negocios a lo grande, Taninè. También esta mañana me ha llegado un telegrama de la firma Sparapiano. Dice que la madera pedida está en viaje. ¡Giró la rueda, Taninè! ¡Ahora tengo el viento de popa!
—Escucha, Pippù, ¿puedo invitar esta noche a mi padre para que venga a cenar con nosotros? Está solo, porque su mujer, Lillina, ha salido esta mañana para Fela.
—Taninè, ¡qué preguntas! Es un placer. Invítalo. Pero…
—Pero ¿qué, Pippù?
—No le digas a tu padre que yo también voy a Fela. Es capaz de hacerme algún encargo, ya sabes cómo es tu padre, es un poco pelmazo, en cuanto uno le dice que tiene que ir a un sitio, él ataca: dado que te encuentras allí, hazme un favor, tráeme esto, tráeme aquello. Y yo tengo poco tiempo, muy poco tiempo.
—Tienes razón. Escucha, Pippù, ¿tienes que volver en seguida al almacén?
—No. Puedo tomarme una o dos horas de descanso.
—Entonces lavo los platos y vengo.
—Taninè, hagamos al revés. Primero vienes conmigo y después lavas los platos.
…
—María María María sí sí sí María María me muero…
…
—¡A tontas y a locas, Taninè!
—Sí sí sí sí María María María sísísí me muero…
…
—¡A la dale que te pego, Taninè!
—Me muero María María María María sí sí sí sí…
…
—¡A la socialista, Taninè!
—Espera que me acomodo. Así. ¡María qué dolor! ¡Qué dolor! María qué… Sí. Sí. Sí. Sí. Sísísísísísísísísísísí. Me muero…