PUESTO DE LOS REALES CARABINEROS DE VIGÀTA
A S.E. el prefecto
de
Montelusa
Vigàta, 4 de mayo de 1892
Objeto: Filippo Genuardi
¡Excelencia!:
Ateniéndose rigurosamente a las disposiciones promulgadas por el director general de la Policía, Gran Oficial Sensales, con despacho urgentísimo el señor comisario de Palermo informaba de la primera reunión, ocurrida allí el 28 de abril del corriente año, de los adeptos del así llamado «Fascio de los trabajadores».
Entre los peligrosos insurrectos congregados que ha sido posible identificar, reaparece el nombre de Filippo Genuardi, ya señalado en la circular del director general de la Policía con fecha 8 de abril del corriente año.
Pues bien, este Puesto tiene la absoluta obligación de poner en conocimiento de V.E. lo siguiente:
1) Resultando desde hace tiempo ausente de Vigàta el antes mencionado Genuardi, inmediatamente intuimos que se había trasladado a otra parte, no para el despacho de sus asuntos (tal como alguno de sus familiares ha hecho correr la voz), sino para tejer sus oscuras tramas. Enviamos, por tanto, a uno de nuestros carabineros de paisano para que preguntara, con un banal pretexto, la dirección de Genuardi a su suegro, Emanuele Schilirò. Pero éste, aunque con evidente embarazo, se mostró reticente, eludiendo de hecho la respuesta. La actitud de su pariente reforzó mucho más nuestra intuición.
2) El cabo primero Paolantonio Licalzi, lanzado a la búsqueda de Genuardi, nos pedía la autorización para llevar a término un osado plan por medio del cual conocer, fuera de toda duda, la dirección del agitador. En un primer momento, dada la temeridad del plan que, en caso de infausto fracaso, habría dañado la carrera de Licalzi y el buen nombre del Arma, me opuse con firmeza. Pese a la reiterada insistencia de Licalzi y del carabinero Anastasio Trombatore, que quería unirse a la empresa de su superior y amigo Licalzi, me mantuve fiel a mi primera negativa. Pero la circular del director general de la Policía que, exponiendo la gravedad de la situación, exhortaba a la acción, echó por tierra todos mis titubeos.
El osado plan, puesto en ejecución con cautela y discreción, ha dado el brillante resultado esperado: ponernos en conocimiento de la dirección de Genuardi.
3) Sabido que Genuardi vive en una pensión de Via Tamburello en Palermo, hemos informado debidamente a la Comandancia de los Reales Carabineros de allí, que dispusieron inmediatamente la atenta vigilancia del individuo en cuestión.
4) Diabólicamente, Genuardi consiguió escapar a la estrecha vigilancia a la que estaba sometido (los informes diarios de los RR CC de Palermo no señalan ningún movimiento sospechoso de Genuardi), de otro modo no podría explicarse su participación en las reuniones preparatorias y en la manifestación fundacional de los «Fascios de los trabajadores», como se deduce de la circular de la Dirección general de la Policía y del sucesivo informe del comisario de Palermo.
Hemos puesto en conocimiento de V.E. lo antedicho no para hacer vano alarde de nuestros méritos, habituados como estamos a «obedecer callando y callando morir», sino para ser informados de las medidas a adoptar en cuanto Genuardi regrese a Vigàta.
Limitarse a la vigilancia, aunque sea mucho más diligente, respecto de un individuo como Genuardi, que se caracteriza por su gran capacidad de evasión (¡a veces parece que estuviera dotado del don de la ubicuidad!) y por su relevante peligrosidad social, nos parece, y V.E. nos perdone la osadía, una medida absolutamente inadecuada e irrelevante, considerando también la singular actitud del delegado de policía de Vigàta, Antonio Spinoso, que actúa de tal manera que parece no sólo reacio, sino incluso hostil a nuestras indagaciones sobre Genuardi. No se trata, desde luego, de connivencia, sino de imprudente ofuscación.
Quizá, en el caso de Genuardi, una orden de detención sería más que oportuna.
Debidamente
El comandante del Puesto de los RR CC
(Tte. Ilario Lanza-Scocca)