DELEGACIÓN DE POLICÍA DE VIGÀTA

Al señor comisario

de

Montelusa

Montelusa, 18 de octubre de 1891

Objeto: Filippo Genuardi

FILIPPO GENUARDI (apodado Pippo): hijo de los difuntos Giacomo Paolo y Edelmira Posacane, nacido en Vigàta el 3 de septiembre del año 1860 y allí residente en la casa materna sita en Via Cavour, 20.

Durante mucho tiempo ocioso, viviendo a costa de su madre viuda, desde hace tres años comercia en maderas.

Desde hace cinco años está casado con Gaetana (apodada Taninè) Schilirò, hija única de Emanuele (apodado don Nenè) Schilirò, comerciante en azufre, propietario de la mina Tagliacozzo, sita en la provincia de Caltanissetta, y de un establecimiento para el refinado del azufre, sito en Vigàta, Via Stazione Nuova.

Emanuele Schilirò es considerado, con razón, el hombre más acomodado de Vigàta. Tras quedar viudo, hace seis años se ha vuelto a casar con Calogera (apodada Lillina) Lo Re, de treinta años, hija de un comerciante en azufre de Fela. El matrimonio, evidentemente concertado por interés entre el anciano Schilirò (de sesenta y dos años) y la joven Lo Re suscitó comentarios maliciosos en el pueblo, muy pronto acallados por el comportamiento irreprochable de la joven señora. La oposición de Emanuele Schilirò al compromiso de su única hija con un muerto de hambre como Genuardi fue feroz; pero todo fue en vano y debió doblegarse ante la ciega obstinación de su hija, que hasta intentó suicidarse arrojándose al mar. Con la dote de su esposa, Genuardi empezó a llevar una vida dispendiosa y pudo abrir un almacén de maderas. Las relaciones entre Schilirò y su yerno se mantienen dentro de los límites de la obligada frecuentación. Pero debe añadirse que muy a menudo la señora Genuardi se ve forzada a interceder ante su padre a causa de las alternas fortunas comerciales de su marido.

En otras palabras, si Genuardi no estuviera respaldado por su suegro, habría quebrado hace rato.

Genuardi, en los primeros tiempos de su matrimonio, no se abstuvo, por supuesto, de mantener relaciones adulterinas de duración variable. Entre otras cosas, se sabe que Genuardi, en la misma noche de bodas, tras pasar algunas horas con su esposa, se dirigió en carroza al Albergo Gellia de Montelusa y tuvo trato carnal con una bailarina de variedades hasta el amanecer. Debe destacarse, sin embargo, que desde hace al menos dos años, parece que Genuardi haya sentado la cabeza; en efecto, mantiene una conducta intachable, no se le conocen mujeres y ya no practica fugaces entretenimientos. La esposa siempre ha ignorado estas escapaditas; ella, además, tiene una excelente relación con la segunda esposa de su padre, casi coetánea suya. Genuardi ha entibiado la amistad que fraternalmente lo unía al contable Rosario (apodado Sasà) La Ferlita, verdadera sentina de todo vicio, oveja negra de una estimada familia. Su hermano Giacomo (apodado Zagaglino, por una leve tartamudez) es un valeroso empleado de la Real Prefectura de Montelusa.

El suegro de Genuardi, quizá valorando poco sincero el arrepentimiento, ha hecho contratar en el almacén de Genuardi a un viejo hombre de confianza suyo, un tal Calogero Jacono (apodado Caluzzè ’a ficazzana), que se lo cuenta todo.

No aparece nada sobre Genuardi en el Fichero Judicial. Por tanto, no tiene antecedentes penales.

Hay que señalar que, con fecha 5 de marzo del corriente año, en la localidad de Inficherna, Genuardi atropelló al pastor Anselmo Lococo (apodado Sesè pedi di chiummu, pie de plomo, por su lento andar) causándole la fractura del brazo izquierdo y la pérdida de dos cabras del rebaño. Lococo, sin embargo, fue persuadido de no presentar denuncia a causa de una espléndida indemnización rápidamente ofrecida por el señor Emanuele Schilirò.

Genuardi conducía un velocípedo de motor de marca Panard y Levassor, que compró en París por una cifra altísima al tratarse prácticamente de un modelo único. Siempre en París, adonde se había dirigido con su mujer con ocasión de la Exposición Universal de 1889, compró también un fonógrafo Edison con un rodillo de cera que permite oír música si uno acerca el oído a un anexo tubo conductor.

No señalo todo esto para chismorrear en vano, sino para poner en evidencia las acciones, a menudo por lo menos estrafalarias, de Genuardi.

Las ideas políticas de Genuardi son inexistentes. Vota siempre siguiendo las indicaciones de su suegro, que es un hombre de orden. Nunca ha expresado una opinión en público.

Sinceramente

El delegado de policía de Vigàta

(Antonio Spinoso)